El regreso de Trump pone en jaque la acción climática

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Por: Mónica Lozano – Consultora

La lucha contra el cambio climático se encuentra ante un nuevo desafío con la reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Suretorno al poderel próximo 20 de enero de 2025, podría implicar un retroceso en los avances hacia la lucha contra el cambio climático, un tema sobre el que Trump ya mostró posturas muy polémicas y preocupantes durante su primer mandato del 2017 al 2021. 

Trump ha sido crítico del Acuerdo de París, el tratado internacional firmado por casi todos los países del mundo para limitar el calentamiento global a 1.5 °C. Durante su primer mandato, retiró a Estados Unidos del acuerdo, una decisión que debilitó el liderazgo global de ese país en la lucha contra el cambio climático. Con su regreso a la Casa Blanca, se teme que esta postura se mantenga, lo que podría resultar en un retiro definitivo de Estados Unidos de este Acuerdo.

Un gabinete contra las regulaciones ambientales

Las intenciones ambientales de Trump son evidentes. Lee Zeldin, excongresista republicano, sería designado como jefe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA). Zeldin ha sido crítico de las regulaciones ambientales y votó en contra del proyecto de ley sobre el clima y contra el control de emisiones de metano. El republicano llega con la promesa de “suavizar” las normas ambientales buscando promover el crecimiento económico sin las trabas que, según él, imponen las políticas ambientales.

Otro de los nombramientos que pone en jaque la lucha climática es el de Elon Musk, quien liderará el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental. Aunque las empresas de Musk son presentadas como líderes en la transición energética, han sido investigadas por la EPA por violar regulaciones ambientales. Al nuevo gobierno también llegaría Doug Burgum como Secretario del Interior, quien busca fortalecer la producción de combustibles fósiles y apoyará a Zeldin en el desmonte regulaciones ambientales. Además, como Secretario de Energía nombrará a Chris Wright, empresario pro-fracking. 

Impacto global 

Semanas previas a las elecciones estadounidenses, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) hizo una advertencia alarmante: si las principales economías del mundo, especialmente las del G20, continúan con las políticas actuales que generan el 82% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, la temperatura mundial podría aumentar hasta 3,1 °C. Esto significa un aumento en desastres naturales intensos, pérdida de biodiversidad y desplazamientos masivos. Cabe mencionar que EE.UU es el segundo país más contaminante, pero no parece que haya intenciones de descarbonizar su economía. 

Además, “preocupa que con el posible retiro de EE.UU  del Acuerdo de París, ese país no tenga que comprometerse ni avanzar en nada frente a la crisis climática. En cambio, puede frenar o eliminar procesos de transición energética que ya han venido implementándose y promocionar proyectos extractivos que sigan manteniendo a este país como uno de los mayores emisores”, explica Andrea Prieto, coordinadora de cambio climático de Ambiente y Sociedad. 

Prieto también señala que las negociaciones frente al cambio climático continuarán, pero se verán ralentizadas. Estados Unidos también tiene una responsabilidad económica frente al financiamiento climático. “Sin el compromiso de este país tan responsable y tan poderoso en términos económicos y tecnológicos, será difícil que se llegue a acuerdos ambiciosos y necesarios”, dice la investigadora. 

Sin el respaldo de la Unión Europea, China y Estados Unidos, los países más vulnerables, como Colombia, enfrentan un futuro incierto ante la inacción en justicia climática, transición energética y la protección de ecosistemas críticos.

A pesar de las incertidumbres, durante la apertura de la COP29, el secretario general de la ONU, António Guterres, con un tono esperanzador, señaló que la revolución de la energía limpia está en marcha y no podrá ser detenida por ningún gobierno o empresa. Según datos de la ONU, en 2016, cuando Trump asumió su primer mandato, el mundo contaba con 180 gigavatios de energía limpia y 700,000 vehículos eléctricos. Hoy, estas cifras llegan a 600 gigavatios de energía limpia y 14 millones de vehículos eléctricos. 

El mundo enfrenta una encrucijada: mientras que las políticas de Trump pueden frenar los esfuerzos globales, la presión de la sociedad civil, la innovación tecnológica y la cooperación internacional seguirán siendo claves para mitigar la realidad que ya se vive con la crisis climática.