Bosques de niebla de Colombia en retroceso por el cambio climático

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Fuente: iAgua

Menos de una cuarta parte de los bosques de niebla originales persisten en las vertientes occidentales de las cordilleras central y oriental, al igual que en el macizo colombiano.

Según el análisis de los factores de orden físico (altitud, provincias de humedad y geomorfología), los bosques de niebla andinos podrían ocupar un área de 9.722.697 hectáreas (ha) en los Andes colombianos.

El 25,5% (2.476.737 ha) del área potencial corresponde a la vertiente occidental de la Cordillera Oriental; seguida de la vertiente oriental de esta misma con un 21,8 % (2.116.334 ha); y de la vertiente oriental de la Cordillera Central con un 18,4% (1.791.703 ha).

La Cordillera Occidental (vertiente oriental) es la que menos área potencial de bosque de niebla presenta, con el 3,1 % (297.587 ha), seguida de la Cordillera Central (vertiente occidental) con el 5,4 % (521.430 ha).

El bosque de niebla, llamado también bosque nublado, selva nublada o bosque nuboso de montaña, es un ecosistema fuertemente influenciado por fenómenos climáticos, especialmente por la persistente humedad condensada en forma de nubes o niebla en la superficie.

Es en estos ecosistemas, presentes en las regiones tropicales de América, Asia y África, se presentan de manera más o menos constante masas de nubes, resultado de la condensación del aire que proviene de regiones bajas, húmedas y cálidas.

Al oriente, mejor conservados

Los de la vertiente oriental del Macizo Central y de la Cordillera Oriental son los que mejor estado de conservación registran, tanto para la escala nacional como para la regional, pues presentan porcentajes de presencia de bosques superiores al 70%.

Estos ecosistemas son reconocidos a nivel global por la cantidad y densidad de especies que poseen de angiospermas, musgos, aves, mamíferos, anfibios y reptiles y por su alto grado de endemismo en aves, anfibios, plantas epífitas, hemiepífitas, briófitas y hepáticas.

A nivel global, la extensión potencial total asciende a 380.000 Km2, que corresponden al 2,5% del área y al 11,7% de los bosques montanos tropicales. Asia resulta ser el continente con mayor proporción de estos (227.000 Km2, 59,7 %), seguido del continente americano, que concentra una cuarta parte de la extensión total (96.000 Km2, 25,3 %).

“Los resultados obtenidos en este trabajo son un primer indicativo del estado de conservación de los remanentes. A partir de aquí es necesario analizar a escalas más detalladas la transformación de cada una de las cordilleras y sus vertientes”, advirtió Dolors Armenteras, profesora asociada del Departamento de Biología de la U.N., quien realizó el estudio con Mónica Morales, estudiante del Doctorado en Ciencias-Biología de la Institución.

La profesora afirma que es importante establecer si hay zonas críticas de fragmentación donde se esté poniendo en riesgo la conectividad de estos ecosistemas, frágiles ante fenómenos como el cambio climático. Además habría que analizar las posibles implicaciones que esto tendría para el movimiento y flujo de genes y especies.

“El desarrollo de escenarios de conservación ante los procesos de desarrollo, de uso del territorio, de fragmentación y de cambio climático deben ser el siguiente paso en el estudio”, concluye la investigadora.