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28 marzo 2017

Desde la carretera, cuando se entra al límite del municipio, se ve un gran cartel gastado y con herrumbre que dice: “Cajamarca, despensa agrícola de Colombia”.
El municipio es más alto y más frío que otras partes del departamento de Tolima, en el centro del país. El casco urbano está a 1.600 metros sobre el nivel del mar, pero partes llegan a los 3.900.
Las condiciones son buenas para cultivar en esas laderas verdes que se ven a un lado y otro de la carretera y del pueblo, con esas texturas contrastadas entre los diferentes tipos de cultivos.
Aquí se produce de todo, desde arracacha (un tubérculo), hasta tomate, ahuyama (calabaza), zanahoria, café, papa y cítricos.
“Cajamarca es frijolero”, me dice Cielo Valencia, de pie en la puerta de la precooperativa frijolera de la que es dueña junto a su marido.
A lo largo de uno de los laterales del edificio, que está sobre la carretera que corta el pueblo, más de diez mujeres separan sobre unas mesas los frijoles morados buenos de los malos, del tamaño de una pepa de oro, destinados a ser embolsados y vendidos.

Por una casualidad geológica, las tierras de Cajamarca también son buenas para la minería de oro. Tan buenas que aquí podría estar uno de los yacimientos más grandes de Suramérica, pero con el metal muy disperso en la roca.
Dicen que aquí en cada tonelada de roca puede encontrarse el equivalente aproximado a un frijol de oro; como una aguja en un pajar, pero muchas muchas agujas.
La oportunidad minera llamó la atención de la empresa internacional AngloGold Ashanti (AGA), que comenzó hace casi una década tareas de exploración para una mina de oro llamada La Colosa, sobre unas 5.000 hectáreas de verdes colinas de este municipio.
“Regalo” de cumpleaños
Pero el proyecto acaba de ser frenado por la comunidad de unos 20.000 habitantes, en una consulta pública que tuvo lugar el domingo, en el que casi el 98% de quienes participaron le dijeron no a la minería en Cajamarca.

La campaña por el No fue encabezada por varias organizaciones agrupadas en el Comité Ambiental.
Una de esas organizaciones es el Colectivo Socioambiental Juvenil de Cajamarca, del que forma parte Robinson Mejía, un ingeniero forestal y defensor de derechos humanos de 28 años.
Dice que la consulta unificó al pueblo. Y el pueblo celebró un día por adelantado el aniversario de su fundación, que era este lunes: “Las celebraciones fueron ayer, nos llegó como un regalo”.
“Acá la gente se siente muy orgullosa de que la comida que tiene en su plato venga de su finca“, explica en referencia a la defensa de la vocación agrícola de estas tierras de abundancia.
Además de que la mina a cielo abierto modificaría la montaña y dejaría esas tierras sin uso para la agricultura, la gran angustia de la comunidad tiene que ver con la potencial contaminación del agua.
“Nos preocupa harto a nosotros que aquí nace la cuenca del río Coello”, dice Robinson en referencia a un curso de agua que alimenta varios municipios y que él teme que pueda verse afectado por la mina.

En un comunicado AGA dijo ser respetuosa de los medios legales por los cuales los ciudadanos pueden participar en el uso responsable de los recursos naturales del país.
Y agregó: “Seguimos creyendo que la minería responsable será un motor importante de crecimiento para la economía colombiana a largo plazo”.
¿Knockout?
Mientras Robinson me habla le señalo que en su hombro tiene un cucarrón, un tipo pequeño de escarabajo.
“Sí, yo los asocio con esta época en que se viene Semana Santa”, señala.
Estamos en época de cucarrones, están por todas partes, muchos tirados por el piso, knockout.

A Robinson también le gusta la metáfora boxística, pero para hablar de la mina de oro de AGA: “Yo creo que el proyecto minero La Colosa está en el momento antes del knockout“.
Dice que aunque desde el Ministerio de Minas salieron a decir que la consulta tiene validez solo sobre el uso del suelo y determinar el uso del subsuelo le corresponde a la Nación, ellos seguirán adelante.
“Nosotros vamos a hacer una solicitud formal ante el Ministerio de Minas para que se deroguen los títulos mineros”.
Los primeros diez días del alcalde

En un pasillo de la alcaldía de Cajamarca hay un enorme cartel con una foto aérea del casco urbano. Muestra las montañas verdes, una cascada, los clásicos jeeps, la iglesia y el casco urbano. Y dice: “Agroprosperidad, lo que nos une”. Y también: “Despensa agrícola de Colombia”.
La puerta al despacho del alcalde está al lado del cartel.
Adentro está Pedro Pablo Marín, quien llevaba diez días en el cargo cuando se realizó la consulta popular.
“Cajamarca tiene unas oportunidades de oro para salir adelante”, dice. El oro no es una de ellas, pienso. ¿Cuáles son entonces? “Agroturismo, el campo”, señala.
“El pueblo cajamarcuno se ha manifestado y yo pienso que ese es el sentir del pueblo”, dice.
Ahora le toca a él tramitar la decisión popular y al Consejo Municipal tomar las medidas legales correspondientes. Estima que se demorarán dos meses.
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