Defensoras y mujeres: tres historias de liderazgos ambientales

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De acuerdo con una encuesta hecha por la ANLA en junio de 2024, las mujeres representan más del 42% del total de personas que se identifican como defensores en asuntos ambientales. Desde su creación en 2012, Ambiente y Sociedad ha puesto su foco en los distintos tipos de liderazgo comunitario y ambiental en nuestras investigaciones y acompañamientos, incorporando siempre un enfoque de género interseccional y situado.

Muestra de esto son los distintos espacios en los que hemos promovido e impulsado los liderazgos femeninos, como la primera Beca para Defensores, que lanzamos en 2023 y nos permitió conocer, acompañar y trabajar con 7 lideresas ambientales de distintas regiones del país.

Con ocasión de la conmemoración del Día de la Mujer, quisimos recoger tres de sus testimonios como defensoras. Ellas nos cuentan, en su propia voz, qué es ser una defensora ambiental y cómo su experiencia como mujeres se refleja en esta labor. Además, resaltan la importancia de que más mujeres se apropien de la defensa ambiental y territorial.

Ethel Bent Castro

Periodista raizal, activista ambiental, social y animalista de San Andrés. Ha dedicado su vida al servicio en el periodismo insular, demostrando la fragilidad del medio ambiente, los ecosistemas y recursos del maritorio y la amenaza de extinción de la etnia raizal, debido a que dependen uno del otro para sobrevivir, así como el resto de la población de las islas.

Ser defensora ambiental es continuar el compromiso que me he trazado orgánicamente: proteger la vida en todas sus formas. Es defender nuestros ecosistemas, nuestros territorios y darle voz a los que no la tienen: los animales, los ríos y los mares del que dependen un 100% a las comunidades. Así le toque a una enfrentar todos los desafíos que tienen que ver con el silenciamiento y las amenazas por lo que hacemos.

Por lo menos en mi experiencia también es ejercer el periodismo como una herramienta para el activismo, para la denuncia y promover esos valores que veo que hay en la naturaleza, en vivir todos en un medio ambiente sano. 

También es defender los temas de mi comunidad en concreto. Ser una defensora ambiental en mi territorio es defender esa cultura, la dignidad del pueblo raizal que ha estado muy vulnerado durante toda la vida, pues en estas islas tan pequeñas y debido a factores como la sobrepoblación y a que somos cada vez menos, hemos perdido demasiado territorio. Por eso se lucha para que nuestros derechos los podamos sustentar como cualquier ser humano y vivir en tranquilidad, en equilibrio y en paz.

Las mujeres asumimos la defensa ambiental porque es algo que tenemos muy arraigado. Hemos sido las guardianas de nuestros territorios y entornos: ancestralmente era así. Siempre hemos estado como la primera línea de defensa ambiental, social y cultural.

Creo que en todo sentido las mujeres llevamos la bandera de esa relación con la naturaleza y estamos profundamente conectadas con ella, no solamente por el hecho de que somos o podemos ser madres y dar vida. Es algo más ligado a la responsabilidad que tenemos por ser mujeres, pues nos ha tocado luchar contra la violencia de género, contra todas esas formas de opresión del patriarcado que aún en nuestros días sigue ocurriendo. 

Hemos tenido que emprender la defensa no solamente de nuestro entorno, sino también de nosotras mismas. A pesar de que el feminicidio cada vez está más alto, seguimos esta lucha y creo que esto es determinante para decir que nuestro género es guerrero, es luchador. 

Orgánicamente las mujeres ya estamos en esta lucha y trabajo, solo que tenemos que ser más visibles. Nosotras mismas tenemos que buscar cómo contar lo que estamos haciendo para que otros emulen nuestro trabajo, porque cuando una mujer defiende la naturaleza, inspira. Y tenemos que inspirar a otros contándole lo que hacemos, vinculando a más personas para exigir cosas mucho más grandes en políticas públicas para el entorno ambiental en nuestras comunidades, territorios y regiones. 

Lo que pasa es que también merecemos y requerimos de apoyo de esas personas, instituciones, organizaciones, como ambiente y sociedad que nos ven así. De esta manera es que yo creo que podemos vincularnos más y mostrarnos más.

Judy Jaqueline Jacanamejoy

Líder comunitaria integrante del Pueblo Kamëntsa Inga de Sibundoy, Putumayo. Ha realizado acompañamiento permanente a su comunidad indígena en la protección y defensa del territorio ancestral, proceso que ha dinamizado a través de pedagogías propias, recorridos territoriales, mingas de pensamiento, talleres de cultura y arte, encuentros de saberes para el fortalecimiento del idioma, las artes, y la protección del medio ambiente. Ha escrito distintos libros y tiene un acompañamiento a las mujeres que han sido víctimas de conflicto con un tratamiento de sanación.

Ser una defensora ambiental es una de las misiones, propósitos y caminares más bonitos que uno puede elegir en este tiempo y espacio, porque implica la protección de la vida y el cuidado y defensa de la Tierra. Es una labor que siempre conduce a un llamado constante de buscar también el bienestar, el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.

Es importante reconocer la relación que nosotros como mujeres tenemos con todos los elementos: la tierra, el agua, el aire y el fuego, pero también otros elementos como la música y el color. 

Esto nos da la fortaleza espiritual para poder encaminar estas tareas de protección, partiendo también de un principio fundamental y es que cuando hablamos de protección ambiental o del territorio, estamos hablando de nuestro propio cuerpo como mujeres, de estas cuerpas. 

Este es uno de los principales sentidos que tiene ser defensora ambiental, despertar el espíritu como mujer, y como madre, para multiplicar el mensaje de cuidado y protección de todo lo que nos rodea. Nosotros venimos del vientre y ser madres también nos lleva a contemplar esta labor como un tejido, a pesar de que existe una estigmatización a los aportes que hacemos como mujeres en este tejido que es hablar, proteger y cuidar la vida y la madre Tierra.

Esa experiencia nos lleva a entender que el sentido que nosotros le otorgamos a la defensa ambiental tiene que ver con el respeto y con exigir también la protección de nuestros cuerpos, porque ese es el primer territorio. 

Si nosotros fragmentamos la montaña, contaminamos los ríos y las quebradas, también se está contaminando y fragmentando el agua primigenia que está en los vientres maternos de las mujeres. Si hay un desequilibrio en la naturaleza, se genera un desequilibrio a nivel emocional, espiritual y mental dentro del cuerpo y del ser de las mujeres. 

Creo que en este tiempo es muy importante que las mujeres se vinculen a esta tarea también de protección del medio ambiente porque es hablar sobre el cuidado propio de la naturaleza y de todos los elementos que la rodean. Pero este llamado es para para todos, tanto hombres como mujeres: volver al origen de la Tierra, porque los abuelos nos han compartido que la verdadera evolución es volver al origen de la Tierra.

Cuando entendamos que de ella somos, que de ella nacimos y que a ella volvemos, cobra más sentido esta protección del medio ambiente y eso permite a la mujer también sentirse impulsora de estas tareas en el cuidado y protección de la vida, del territorio. También resalto la necesidad de vincularse como familia y como comunidad al derecho de gozar un ambiente sano, donde podamos respirar el aire puro y tener un equilibrio constante entre seres humanos y naturaleza.

Paola Quiñonez Caicedo

Hace parte de la Fundación Victimas Vulnerables Mujeres Afros, Cali, Valle del Cauca. Paola Quiñonez es tecnóloga ambiental y defensora. Desde muy temprana edad, ha sentido una pasión innata por el campo de la gestión ambiental y los derechos humanos. Como estudiante de ingeniería y de derechos humanos, pudo enfocar su formación hacia la defensa de los derechos de los afrodescendientes y el fortalecimiento del medio ambiente en su comunidad. Su educación ha estado marcada por la distinción y el compromiso con estos ideales, lo que la ha impulsado a trabajar para lograr un impacto positivo en la sociedad a lo largo de más de 10 años de trabajo en la Fundación FUNVIMUFROIN.

Ser defensora y activista es amar nuestra Tierra, es cuidar nuestro medio ambiente. Somos agentes de cambio y trabajamos por evitar la contaminación ambiental, cuidando nuestro territorio, saberes ancestrales y el respeto a nuestro territorio; donde luchemos cada día y en hermandad por la justicia, equidad e igualdad. 

Ser una lideresa ambiental me permite conocer el sentir de los demás, observar nuestros árboles para evitar la tala, nuestras especies, la fauna y la flora que nos representan y trabajar por nuestros recursos hídricos; contar la historia de  nuestros ríos y mares a pesar de la persecución por defender la vida.

Cada líder social ambiental, activista y defensora de derechos humanos tiene diferentes roles. Somos mujeres biodiversas y se respeta la labor de cada una, porque tenemos muchas historias y réplicas que contar. Pero dentro de esa biodiversidad trabajamos por la misma causa: el cuidado de la vida y respeto al territorio protegiendo espacios ancestrales, conservando y cuidando nuestra tierra. Somos portadoras de esperanza y paz.

La equidad y la igualdad son importantes en la defensa del territorio. Soy orgullosa de ser una mujer afrodescendiente y víctima del conflicto armado, porque me permite tener la fortaleza de la defensa de los derechos humanos y del territorio. A través de 15 largos años hemos trabajado en la defensa de las mujeres, para que se disminuya todo tipo de violencia de género. 

También trabajamos por manifestarle a cada una que necesitamos paridad en todos los escenarios y para las mujeres que cada día trabajan y luchan por condiciones justas, donde la educación sea el vestido de la vida para las niñas y las mujeres.

Trabajar los temas de género me permite ser una lideresa orgullosa de la labor que realizamos en construcción con otras mujeres en el territorio. Me llena de orgullo el servir.

La defensa ambiental es demasiado importante en temas de paridad y un medio ambiente justo, para que las niñas y mujeres puedan disfrutar y observar todas las riquezas que tenemos en nuestro país. Sobre todo en nuestro territorio maravilloso, para que podamos disfrutar con paz y con autocuidado.

Las mujeres son las ancestras del territorio: las cuidadoras, las madres defensoras,las ambientalistas, las niñas soñadoras. Siempre me enseñaron mujeres de mi familia del cuidado del medio ambiente, por lo cual agradezco a esas mujeres maravillosas que me permitieron soñar y llevarlo a la realidad. Muchas mujeres deben ser reconocidas en su labor y territorio, pero con condiciones de seguridad y justicia ambiental.