- Las defensoras del ambiente tienen un profundo vínculo emocional y espiritual con los lugares que habitan. Desde Ambiente y Sociedad explicamos por qué la defensa ambiental es un reflejo de esa relación estrecha entre las mujeres y los territorios.
En el Alto Putumayo, un grupo de mujeres defensoras ambientales, convocadas por la Asociación de Pensamientos Ancestrales Oh Corey, realizó un ejercicio de cartografía corporal, que evidenció el profundo vínculo emocional y espiritual que tienen con el territorio.
En sus dibujos mostraron con qué están conectadas las hebras de sus cabellos; qué pensamientos habitan sus cabezas; cuál es la visión en sus ojos; qué pesos cargan sus hombros; y qué guardan sus corazones.Resaltaron, aunque no les fue preguntado, la relación que tienen con la vida y la Madre Tierra en su ombligo.
Ese ejercicio de cartografía fue facilitado por Ambiente y Sociedad, reconociendo al cuerpo como el primer territorio que se habita. “Nos acogemos a esa mirada desde la experiencia, y la teoría de los ecofeminismos, de los feminismos decoloniales, afro y comunitarios”, explicó Sofía Díaz Echeverri, investigadora del área de alternativas del desarrollo de la asociación.
Bajo esa lupa, quedó en evidencia la conexión que existe entre las mujeres y su entorno. “Realmente lo que hicieron fue identificar cómo es acuerpar la defensa ambiental”, manifestó la experta. Ante esa premisa, cada respuesta giró en torno a los lugares que cuidan y protegen día a día. “Ellas son no solo como sus habitantes, sino como parte del territorio”, agregó.
Cartografía de la defensa: fuerzas, riesgos, vulnerabilidades y semejanzas
Según las defensoras del ambiente, las hebras de sus cabellos están conectadas a la “maternidad, el universo y la fertilidad”. En sus cabezas rondan los pensamientos sobre “el cuidado de la madre tierra, la sinergia y la unidad”. Su visión está orientada “al empoderamiento, el liderazgo y la protección del medioambiente”, y en sus corazones guardan “el amor, las emociones, la esperanza, el miedo y la valentía”.
Las reflexiones acerca de sus hombros, en cambio, evidenciaron el peso que conlleva la defensa ambiental: “cargamos sufrimiento, discriminación, desigualdad, violencia, amenazas, machismo, racismo, rechazo, tristeza, abandono y soledad”.
Aunque los ríos, montañas, valles y demás ecosistemas no pueden expresarse con palabras como ellas lo hicieron, quizá, de tener la oportunidad, manifestarían que cargan con un peso similar al de las defensoras. “La violencia que viven las mujeres resulta de la misma estructura de poder que justifica las vulneraciones contra el territorio”, indicó Sofía Díaz.
En nuestra publicación ‘El territorio defendiéndose a sí mismo Teoría y metodologías para la defensa ambiental y la construcción de los territorios que soñamos’, mostramos que hay malestares que la comunidad, el territorio y las personas comparten. Así, construimos en conjunto una guía de plantas nativas, sus preparaciones y los males que pueden combatir, como el romero para fortalecer la memoria o la manzanilla para desinflamar.
Durante el encuentro con Oh Corey las defensoras conversaron sobre las afectaciones que provocan los conflictos socio-ambientales sobre sus cuerpos, la comunidad y el territorio. Frente a las afectaciones a nivel individual, manifestaron estrés, nervios, problemas de tiroides, dolor de cabeza, gastritis, ansiedad, dolores musculares, problemas con la presión arterial, dificultades respiratorias y del corazón.
A nivel de la comunidad sienten frustración, nerviosismo, tristeza, enojo, rencor, abandono e impotencia. Y frente al territorio, identificaron presión alta, desespero, angustia, depresión, desolación, ansiedad, estrés. Dicho ejercicio, dio cuenta de cómo hay malestares que la comunidad, el territorio y las personas comparten.
Defender el ambiente significa enfrentarse a un estado de amenaza y, al ser mujer o pertenecer a una población históricamente discriminada, ese riesgo se incrementa considerablemente. De acuerdo con el informe de Global Witness, durante 2023 “Colombia encabeza la clasificación mundial con 79 asesinatos” de personas defensoras del medio ambiente. Una vez más, los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes han sido los más golpeados.
Para la investigadora, la exacerbación de esas violencias sobre estas poblaciones resultan de ideas que vienen desde la colonización “y se imponen en los territorios de manera violenta”. Es así como los riesgos que asumen las defensoras son bastante parecidos a los de la naturaleza. “Este sistema justifica, valida y alimenta la violencia en los cuerpos de las mujeres, como también lo hace cuando se viola la tierra para extraer el petróleo”, afirmó.
El sistema que menciona Díaz es capitalista, patriarcal y racista. Desde allí se categorizan y jerarquizan los bienes, las personas y las tierras. “Se dice, por ejemplo, que la ciudad está por encima del campo; que el hombre está por encima de la naturaleza, y que lo masculino está por encima de lo femenino”, comentó la experta.
Ese sistema que ha privilegiado el capital sobre la conservación de la naturaleza es lo que ha ocasionado la crisis climática, como se denunció en la Semana del Clima de Nueva York 2024.
El cambio climático también impacta a las mujeres de manera diferenciada. Así lo evidenciaron los Diálogos climáticos regionales en la gestión del cambio climático que desarrolló en 2022 el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. En esos espacios, el 92,3% de las mujeres reportaron la pérdida de sus cultivos por las altas temperaturas; el 88,4% asegura que la economía familiar se ha visto afectada por el aumento en los precios de los alimentos; el 81,9% identificó problemas de salud por los cambios de temperatura; y el 93,8% observa cambios abruptos en el cauce de los ríos, lo que afecta sus actividades cotidianas, como lavar o cocinar. Además, muchas veces sus casas se inundan.
Sin miedo a seguir poniendo el cuerpo por la defensa ambiental
La conexión entre las mujeres y los territorios no solo está en los riesgos, sino también en las maneras de asumir la crisis climática y los conflictos territoriales . “En los talleres de Ambiente y Sociedad se manifestó mucha tristeza y frustración, pero también mucha convicción de continuar con la defensa —recordó la investigadora Díaz—. Su forma de aliviar el dolor es seguir manteniendo vivo el tejido comunitario y la protección del medio ambiente”.
Esa voluntad de resistir en nombre de la naturaleza para cuidarla y protegerla, pareciera innata de las defensoras. No es casualidad que ninguna haya olvidado mencionar el ombligo durante la cartografía: en muchas tradiciones ancestrales, cuando surge una nueva vida, el cordón umbilical se entierra en el lugar donde nacieron. Allí reside esa “conexión con la vida y la madre tierra” y, como lo mencionan las mismas lideresas, cada una ha encontrado en la defensa ambiental una manera de acuerparse de su primer territorio.