La mala hora del río Magdalena

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El Tiempo.

En el centro del país el afluente está en los niveles más bajos que se hayan registrado desde 1997.

 

En el sector de Casabe, en Yondó (Antioquia), los pescadores caminan por el sector donde hace unos meses se movilizaban sobre las aguas del río Magdalena.

Foto: Emmanuel Pérez

En el sector de Casabe, en Yondó (Antioquia), los pescadores caminan por el sector donde hace unos meses se movilizaban sobre las aguas del río Magdalena.

 

 

 

A pesar de las lluvias de esta semana, que calmaron la sequía de algunos ríos por los que ya no bajaba la corriente hídrica, la cuenca del Magdalena sigue siendo la más afectada por la temporada del Niño, según el Instituto de Meteorología, Hidrología y Estudios Ambientales (Ideam).

De acuerdo con las centrales de monitoreo, el río Magdalena en Tolima, Cundinamarca y Santander está registrando niveles entre 1,43 metros de profundidad y 0,77 centímetros (vea infografía). Este último dato, el más bajo de todo el país y de la historia, se registra en Barrancabermeja.

El promedio mínimo en ese punto de Santander es de 84 centímetros y en 1997, cuando también se registró una fuerte temporada seca, el río llegó a tener una profundidad de un metro con 20 centímetros, casi 50 más de lo que hoy registra.

La situación es alarmante, porque incluso no se descarta la restricción de la navegación especialmente en sectores entre Puerto Berrío (Antioquia) y Puerto Wilches (Santander).

El río Magdalena, en su camino al mar Caribe –por el que atraviesa siete departamentos y 32 municipios–, pasa por cerca de 13 tipos de ecosistemas, riega 889.000 hectáreas de ciénagas y es el hábitat de más de mil especies. Pero además, soporta la presión del 77 por ciento de la población el país y de la localización de las industrias que demandan sus aguas y recursos. Se estima que cerca del 86 por ciento del Producto Interno Bruto del país se produce en esta cuenca.

El Cauca, el segundo afluente más relevante para el centro del país, también tiene sus cifras en rojo. En La Victoria (Valle del Cauca) y La Virginia (Risaralda) actualmente el río reporta niveles de 0,72 y 0,37 centímetros, respectivamente. Esto es casi la mitad de cómo estaba en el 97.

El Ideam llamó la atención sobre el hecho de que aunque habrá lluvias en los meses de noviembre y octubre, cuando tradicionalmente el país vive la segunda temporada de precipitaciones, estas tendrán una reducción por el Niño y deberán ser administradas de la mejor manera por los ciudadanos.

El Centro de Predicción Climática de la NOAA y el Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad (IRI), de Estados Unidos, indican que existe una probabilidad mayor al 90 por ciento de que el Niño continúe hasta finales del 2015 y el primer trimestre (enero-febrero-marzo) del 2016.

Crisis ambiental

La grave situación del Magdalena por la sequía evidencia la crisis ecológica que viene gestándose en el río desde décadas atrás. Para Juan Carlos Gutiérrez, subdirector de la Fundación Alma y quien se ha dedicado al estudio de este afluente, toda la cuenca enfrenta un colapso ecológico que trasciende al recurso hídrico.

“No es solamente el río como espejo de agua, sino a todas las formas de planicie, pie de altillanura o sabanas inundables que lo acompañan”, agrega el experto, quien señala que se ha perdido cerca del 40 por ciento de la cobertura boscosa, lo que impacta a la capacidad de retención del agua que puede tener el afluente.

Según una investigación que publicó la Fundación Alma en el 2014, entre los datos más preocupantes de la cuenca están, por ejemplo, que la tasa de deforestación es de 20.530 hectáreas al año y que existen 122 especies amenazadas de extinción.

De otro lado, Mauricio Valderrama Barco, investigador de la Fundación Humedales y quien acompaña procesos de pesca sostenible en la cuenca, explica que la reducción de más de la mitad de la producción del Magdalena es un signo de alerta del peligro que corre la seguridad alimentaria de los cerca de 35.000 pescadores que viven del río.

El Foro Nacional Ambiental, organización que viene realizando encuentros para discutir el futuro del río Magdalena de cara al proyecto de navegabilidad, ha cuestionado que precisamente el tema ambiental sea tomado como un asunto secundario y que el impacto de las obras de dragado pueda empeorar la situación de la cuenca.

LAURA BETANCUR ALARCÓN
Redactora de Medioambiente
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