Por: María Alejandra Aguilar- Abogada Ambiente y Sociedad
Columna publicada originalmente en Semana Sostenible
Si bien la institucionalidad para el amparo de estos cuerpos de agua parece suficiente, el estado de un gran número de humedales refleja la existencia de serios conflictos socioambientales.
Los humedales son áreas inundables que conforman cuerpos de agua y proporcionan un hábitat para distintas especies acuáticas y terrestres. Están en todo el planeta, con excepción de la Antártida, y los hay de varios tipos: estacionarios o permanentes, costeros o continentales.
Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), los más comunes son los humedales interiores y ribereños que se ubican cerca de ríos, lagos o aguas subterráneas. Son importante fuente de servicios ambientales, como el abastecimiento y recarga de acuíferos, la regulación del ciclo hídrico, la prevención de inundaciones y desbordamiento de ríos, la absorción de contaminantes y sedimentos, entre otros.
En Colombia los humedales juegan un papel fundamental en la disponibilidad de agua dulce. Existen alrededor de 32.000 en 1.094 municipios y abarcan 20 millones de hectáreas. Sin duda son uno de los principales ecosistemas que contribuyen a que el país esté por encima del promedio latinoamericano y el rendimiento mundial de agua, ocupando el sexto puesto en el ranking de reservas y disponibilidad hídrica, de acuerdo con el índice Total Actual Renewable Water Resources.
El reconocimiento del agua como recurso vital ha provocado un andamiaje normativo grueso que protege la conservación de acuíferos. El primer precedente valioso fue la ley 99 de 1993, que declaró de interés público las áreas de relevancia estratégica hídrica. También está la ley que adoptó la Convención Relativa a los Humedales de importancia internacional – Ramsar -, que cobija hasta la fecha diez humedales nacionales, el más reciente la Ciénaga de Ayapel en el departamento de Córdoba, declarado el 2 de febrero de 2018.
La Política Nacional de Humedales Interiores de 2002 reconoció las múltiples amenazas que acechan a estos ecosistemas y, por último, los esfuerzos liderados por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible junto con el Instituto Von Humboldt para la delimitación y priorización de humedales como una herramienta para su protección y para fortalecer la resiliencia y la adaptación del cambio climático en el país.
Si bien la institucionalidad para el amparo de los humedales parece suficiente y aunque desde el Minambiente, a cargo de Luis Gilberto Murillo, se afirme que la mayoría cuenta con algún tipo de protección, el estado de un gran número de humedales refleja la existencia de serios conflictos socioambientales.
Según la investigadora Andrea Prieto en la publicación “Conflictos socioambientales en los páramos de la Sabana de Bogotá”, las tensiones surgen debido a las relaciones desiguales frente a la apropiación y manejo de los recursos naturales, y el agua es uno de los recursos más disputados.
A pesar de que a ciencia cierta no hay un sondeo general de las condiciones de estos cuerpos de agua, las denuncias recurrentes de relleno, drenaje, vertimientos y construcciones invasivas prenden las alarmas y evidencian una grave problemática alimentada por distintos factores. Entre los más destacables están la inoperancia de las CAR para realizar de forma efectiva su priorización, delimitación y monitoreo; el desconocimiento de la población sobre la importancia socioeconómica del ecosistema y la ausencia de planeación territorial coherente y sostenible a futuro.
Para ilustrar lo anterior, basta con mirar hacia las cercanías del río Subachoque a la altura del municipio de Madrid, Cundinamarca, donde se ubica el “humedal Moyano”. Nombrado entre comillas porque aún no ha sido delimitado o declarado como zona protegida, pero que con declaración o sin delimitación biológicamente cumple con todas las características que describen a este tipo de ecosistemas.
De acuerdo con el seguimiento de Margarita Flórez, directora de Asociación Ambiente y Sociedad, “el terreno viene de un periodo traumático. Tanto la CAR como las alcaldías de los dos municipios han cometido las suficientes omisiones para llevar el ecosistema a una crisis. Nivelaciones de terreno con escombros y sedimentos del lado de Madrid, la construcción de un jarillón que secó el canal en el sector que es jurisdicción de Facatativá, además de la deforestación de vegetación nativa, son solo algunos de los daños que se han causado al Humedal Moyano”. Por si fuera poco, actualmente está amenazado por la futura construcción del aeropuerto El Dorado II, pues será absorbido en su totalidad por la proyección del polígono del mega- proyecto.
Este tipo de denuncias se replican en todo el territorio nacional y los ejemplos abundan: la Estrella hídrica del municipio de Filandia tiene un 75% de sus humedales drenados; los rellenos de los humedales de Guaymaral; los contaminantes de la Conejera; los vertimientos en Ciénaga; la reducción drástica de la fauna y flora de los humedales del Magdalena Medio, la construcción de una hidroeléctrica en las cercanías de las lagunillas y pantanos del Sinú; la agricultura extensiva en áreas paramunas, etc.
Colombia no es el único lugar en el que que estos ecosistemas están en peligro. Según Ramsar desde 1900 han desparecido el 64% de los humedales del planeta. La situación es grave y ciertamente los humedales están en grave riesgo de desaparecer.