Avances, alertas y retos ambientales que dejó el 2024

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Por: Mónica Lozano – Consultora

Con 1.55 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, 2024 ha sido el año más caliente de la historia desde que tenemos registro, según reportó la Organización Meteorológica Mundial. El dato muestra que, aunque los efectos de este calentamiento son cada vez más notorios, los esfuerzos para mitigarlo no han sido suficientes. 

Aun así, miles de comunidades y organizaciones trabajaron para lograr compromisos tangibles y visibles de los gobiernos del mundo. A continuación, compartimos algunos de estos, así como los retos y alertas que dejó el pasado año.

Avances: participación y reconocimiento

El 2024 fue un año que evidenció que la crisis climática es una realidad, sin embargo, también demostró avances en la lucha climática. Por ejemplo, las comunidades demostraron que lideran esfuerzos fundamentales para la protección de los ecosistemas, como se evidenció en la COP16 en Cali, donde se logró la aprobación del programa de trabajo para la implementación del artículo 8(j) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB). 

Este paso promueve la participación plena y efectiva de Pueblos Indígenas, Comunidades Locales y Afrodescendientes en la conservación de la biodiversidad, ya que reconoce los conocimientos tradicionales y prácticas ancestrales. Además, especifica que el uso de estas prácticas y saberes estará condicionado a su consentimiento previo, y que recibirán los beneficios justos por el aprovechamiento de sus conocimientos. 

En la COP16, también se estableció un acuerdo importante: la creación del ‘Fondo Cali’, un nuevo mecanismo para que las grandes empresas y transnacionales que aprovechan y crean productos comerciales utilizando secuencias genéticas digitalizadas, destinen voluntariamente un porcentaje de sus ganancias a este Fondo. . 

Otro avance fue la ratificación del Acuerdo de Escazú por parte de Colombia, con lo que se consolidó un paso significativo para la protección del derecho a un ambiente sano, la transparencia en la información ambiental y la protección de los defensores ambientales. En este sentido, vale la pena subrayar que Ambiente y Sociedad realizó la segunda convocatoria de la beca para defensores ambientales, cuyo objetivo precisamente es fomentar la capacidad y competencias de líderes ambientales sobre el Acuerdo de Escazú.

En el ámbito rural, el campesinado dio pasos importantes para posicionarse como guardián de la biodiversidad. Su rol fue clave en espacios previos y durante la COP16, logrando incluir sus contribuciones en el Plan de Acción de Biodiversidad de Colombia. Asimismo se ha avanzado significativamente en el reconocimiento de las territorialidades campesinas como figuras para garantizar los derechos rurales y la protección de la naturaleza.

Alertas: la crisis climática es ahora

Pese a los avances, el 2024 fue un año que encendió múltiples alarmas dando cuenta de que el cambio climático es una realidad cada vez más palpable. El planeta superó por primera vez el umbral de 1,5 °C de calentamiento, un límite crítico para evitar los peores impactos de la crisis climática y acordado en el Acuerdo de París. Ese aumento de la temperatura agudizó los fenómenos climáticos que sacudieron diversas regiones del mundo: huracanes en Florida e inundaciones en África Occidental, Emiratos Árabes, Brasil, España y Colombia, por nombrar algunos ejemplos. 

Por otro lado, de acuerdo con el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), se presentaron más de 340.000 focos de incendios forestales en la región amazónica. Mientras tanto, la Amazonía colombiana y sus comunidades enfrentan la coerción de actores armados que por cuenta de las economías ilegales, profundizan la deforestación y obstaculizan las políticas de protección ambiental. Esto, sumado al incumplimiento de las sentencias que otorgan derechos al Amazonas y al río Atrato, refleja la deuda del Estado con los territorios y sus comunidades. 

Los incendios forestales también profundizaron la crisis del agua en Bogotá e iniciaron los racionamientos debido a la reducción en los niveles de los embalses, que se originaron por la escasez de lluvias, cuyo fenómeno se debió a la fractura en el ciclo del agua por cuenta de la pérdida de selva amazónica, así como por un Fenómeno del Niño particularmente fuerte. 

Entre las alarmas también cabe mencionar que Colombia mantuvo su posición como el país número uno en asesinatos de defensores ambientales por segundo año consecutivo. Global Witness registró un total de 79 defensores y defensoras asesinadas.

Retos: financiamiento, paz y coordinación

El panorama ambiental a nivel global enfrenta retos críticos que exigen respuestas concretas, urgentes y ambiciosas. La COP29 cerró con un financiamiento climático insuficiente. Aunque los países desarrollados acordaron aportar 300.000 millones de dólares anuales para 2035, la cifra se queda muy corta con respecto a los 1,3 billones necesarios para enfrentar la crisis climática en el corto plazo.

En Colombia, los avances en las políticas sobre la paz con la naturaleza son un reto clave, así como la creación de garantías efectivas para las personas defensoras del ambiente y para las comunidades en la defensa de sus territorios. La volatilidad de las dinámicas de deforestación en la Amazonía y la fragilidad de los compromisos ambientales de las mesas de negociación de Paz Total, siguen siendo puntos críticos pero claves de cara al 2025, para la protección de los ecosistemas y las comunidades étnicas y campesinas. 

Finalmente, la coordinación internacional es un desafío urgente, especialmente en regiones como la Amazonía, donde los países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) deben fortalecer los esfuerzos conjuntos para proteger la región que provee al mundo cerca del 20% del agua dulce. 

Así, el 2024 dejó un mensaje claro: si bien hubo avances importantes, la crisis climática no da espera. Las alertas que vivimos este año y los retos por resolver  obligan a los gobiernos, empresas y a la sociedad civil a actuar con mayor decisión en el 2025. La protección de la biodiversidad, la seguridad de los defensores y la coordinación global son tareas urgentes que requieren un compromiso político y social sin precedentes.