Andrea Cantillo.
El 2015 está camino a vencer el 2014 como el año más caliente de la historia acompañado de impactos que ya han cobrado vidas. Han habido fuertes olas de calor que han causado la muerte de 2330 personas en India y alrededor de 800 en Pakistán. Además, el incremento en el número de epidemias por las altas temperatura permite la supervivencia de vectores como mosquitos transmisores. En Colombia, por ejemplo, estos efectos han generado largas temporadas de sequía en zonas de la Guajira donde hace más de 3 años que no llueve.
Es por esto que las negociaciones sobre cambio climático han cobrado cada vez mayor importancia con el paso de los años. Este año la cumbre a desarrollarse en París ha tenido especial atención al esperar que se concrete un acuerdo climático que tome el lugar del protocolo de Kioto. En ella, los países parte deberán encontrar dentro de sus distintos intereses y coyunturas puntos de encuentro que representen las medidas necesarias para enfrentarse adecuadamente al cambio climático, teniendo en cuenta también (se espera) la posición de la sociedad civil al ser los directos afectados.
¿Cómo entra Colombia en esto?
Colombia se ha caracterizado por ser uno de los países más propositivos dentro de las negociaciones. Ha luchado porque se llegue a un acuerdo climático que sea beneficioso para todas las naciones, basado en un enfoque propositivo donde los países desarrollados responsables históricamente por el cambio climático y países en desarrollo con menor responsabilidad, se comprometan a bajar sus emisiones de gases efecto invernadero.
EL país ha buscado la inclusión de metas de adaptación dentro de los planes climáticos de los países (conocidos como INDC en inglés) para buscar que la mitigación no sea el único enfoque. También se buscó la inclusión de los mecanismos de implementación por medio de los cuales se buscaría cumplir las metas determinadas en ambos ámbitos. Lastimosamente no se logró un acuerdo global frente a estas inclusiones por lo que quedaron como opcionales para los países que quisieran plantearlas.
El 7 de septiembre se comprometió a tener una reducción del 20% en sus emisiones de GEI, con respecto a lo proyectado para 2030; con la posibilidad de aumentar esa reducción en un 30% si se consigue el financiamiento necesario. Dentro de sus mecanismos para cumplir con la adaptación, Colombia se compromete a que los planes territoriales y sectoriales ayuden a reducir la vulnerabilidad a través de los planes de ordenamiento territorial; se tiene en cuenta el sector transporte, energía, agricultura, vivienda, sanidad y comercio, turismo e industria. Otros mecanismos de cumplimiento se encuentra la protección y delimitación de ecosistemas estratégicos.
En cuanto a las medidas de implementación hace hincapié en la importancia de seguir alimentando los conocimientos que se tienen sobre adaptación y mitigación dándole un papel protagónico a los científicos, muestra la importancia de generar cooperación sur-sur la generación del conocimiento y su intercambio con otros países que cooperación entre entidades nacionales e internacionales para llegar al cumplimiento de estas metas.
Así, los compromisos presentados no sólo siguen la línea de lo planteado a nivel internacional sino que definen, además, las acciones que se realizarán a nivel nacional para asegurar que se cumplan estos compromisos. De igual forma, agrega que para 2025 dependiendo el desarrollo de las negociaciones estará dispuesto a presentar nuevas contribuciones.
Lo anterior es congruente con el posicionamiento de AILAC (grupo con el que negocia Colombia en la Comisión de las Naciones Unidas para el Cambio Climático) quien propone, para no quedar estancados en compromisos poco ambiciosos, que cada 5 años se evalúen las metas y se generen ajustes a ellas.
¿Y ahora, qué viene?
Es de gran importancia que se generen estos procesos de evaluación de los compromisos de cada país. Al estar las medidas planteadas bajo escenarios supuestos y ligadas directamente con la sociedad, su verdadera efectividad no se podrá estimar hasta ponerlas en práctica. Ésto sin dejar atrás que aún no se terminan de conocer cuáles serán los efectos del cambio climático, por lo cual nuevas estrategias podrán volverse esenciales para enfrentarlos.
Colombia presentó indicadores de medición para llevar un control sobre sus medidas. Sin embargo, esto no es suficiente para realizar un seguimiento adecuado. La participación de las comunidades puede ser de gran ayuda en este seguimiento, pues aquellas que se vean afectadas por el cambio climático serán las primeras en juzgar si las medidas planteadas fueron suficientes o si hay alguna deficiencia en ellas. También, se podrán establecer mecanismos de participación donde haya procesos de aprendizaje que permitan retroalimentar las medidas. Por otro lado, será importante que de manera nacional el país se atreva a dar el paso al vacío y aceptar la inclusión de nueva tecnología y nuevos procesos productivos, entendiendo que presentan más oportunidades que retos.