Como era de esperarse, Trump llegó arrasando a la Casa Blanca, al menos en temas ambientales. Durante el primer día de gobierno para su segundo mandato, el presidente firmó varias órdenes ejecutivas que van en contravía de los esfuerzos mundiales para mitigar los efectos del cambio climático; y que trazan la hoja de ruta de cómo serán las políticas ambientales de EE.UU. los próximos cuatro años.
“Hoy declararé una Emergencia Nacional de Energía (…) Estados Unidos será una nación productora nuevamente, y tenemos algo que otras naciones productoras no: la mayor cantidad de reservas de petróleo y gas del mundo. Y vamos a utilizarlas”, sostuvo Trump en su discurso de posesión.
Además, sostuvo que revocará el ‘Green New Deal’, una hoja de ruta de políticas públicas planteada por el Congreso de EE.UU. en 2019 para hacerle frente al Cambio Climático y mitigar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero. También advirtió que planea eliminar el ‘mandato sobre los vehículos eléctricos’, refiriéndose a los estándares nacionales de polución establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) en 2024, y que obliga a los desarrolladores de autos a reducir sus emisiones de carbono a la mitad para 2027.
Por fuera del Acuerdo de París
Aun con estos anuncios, la decisión que más impacto tendrá es el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París. En 2017, durante su primera presidencia, Trump ya había retirado al país de este pacto mundial. Aunque no duró demasiado —desde finales de 2020 hasta los primeros meses de la presidencia de Joe Biden, quien reintegró al país al Acuerdo—, de acuerdo con Time, esta decisión minó la credibilidad diplomática de Estados Unidos y se vio como una invitación a otros países para retirarse del Acuerdo. Además, detuvo aportes importantes para el financiamiento climático, como el Green Climate Fund (GCF), una bolsa de más de 3 mil millones de dólares pensada especialmente para fortalecer políticas de adaptación, mitigación y migración de países del Sur Global.
Para Andrea Prieto Rozo, coordinadora del programa de Justicia Ambiental y Climática de Ambiente y Sociedad, “era de esperarse que Trump volviera a retirarse del Acuerdo de París. Pero ante la crisis climática agudizada, está decisión preocupa más”.
Teniendo en cuenta que Estados Unidos es el segundo mayor emisor de dióxido de carbono a la atmósfera, sólo por detrás de China, y que es uno de los 5 países que más aporta recursos para el financiamiento climático, “su ahora no obligación para enfrentar el cambio climático preocupa mucho. No sólo por lo que esto representa para la crisis (más emisiones y menos plata para responder a eventos), sino por la incidencia hacia otros países que pueden decir: ‘si el que más emite no hace nada, ¿por qué yo debo hacerlo?’”, analiza Prieto.
Efecto Trump
Además, todavía queda por ver cómo afectarán estas decisiones la participación de EE.UU. en la COP30, a la que aún puede asistir dado el tiempo que toma el proceso de salida del Acuerdo. Pero se espera que las negociaciones sean más difíciles, tal como reconoció el presidente de la COP30, Andre Correa do Lago.
Para Prieto, con estas primeras decisiones ambientales queda en entredicho el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. “Es triste y preocupante que ante una crisis climática tan evidente y que afecta a todo el planeta (EEUU no es la excepción), existan gobernantes que la nieguen y que sobrepongan el interés económico sobre la vida misma”.
De acuerdo con un análisis hecho por el medio Carbon Brief en junio de 2024, un gobierno de Trump podría aumentar hasta en 4.000 millones de toneladas de CO2 equivalente las emisiones acumuladas de Estados Unidos para 2030. Un dato preocupante, teniendo en cuenta que 2024 fue el primer año en que las temperaturas medias mundiales superaron los 1,5°C, y el planeta está en camino de un aumento de temperatura que puede llegar a los 3,1°C.
Vemos con preocupación que las prioridades de Trump reflejan una postura destructiva frente a la crisis climática. Su enfoque no solo debilita la cooperación internacional, sino que pone en peligro los esfuerzos colectivos para frenar el calentamiento global.