El Sistema Nacional Ambiental debe participar en el Programa Integral de Garantías para Mujeres Lideresas y Defensoras de Derechos Humanos

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Elaborado por: Sofía Díaz Echeverri, investigadora del área de Alternativas al Desarrollo de la Asociación Ambiente y Sociedad

El Programa Integral de Garantías para Mujeres Lideresas y Defensoras de Derechos Humanos reconoce que el hecho de ser mujeres, implica riesgos y amenazas particulares en el ejercicio de liderazgo y defensa de derechos humanos. Pero, hasta ahora, no ha contado con herramientas para atender la situación particular de las defensoras ambientales. En este artículo compartimos las acciones que, desde Ambiente y Sociedad, recomendamos se tengan en cuenta en la construcción del nuevo Plan de Acción Nacional y los procesos de territorialización del Programa.

Los riesgos y amenazas que enfrentan las defensoras de derechos humanos responden a quiénes son, dónde están, con quiénes se relacionan y qué hacen. La diversidad en las mujeres y en sus labores de defensa y liderazgo, requieren de una respuesta institucional articulada, contextualizada y robusta. El Plan de Acción Nacional (2019-2022) que agrupaba las responsabilidades de las entidades en las líneas de prevención, protección, y garantías de no repetición, no aprovechaba las capacidades y responsabilidades de las entidades vinculadas, no se proponían acciones con un impacto transformador. Lo mismo ocurría con los procesos de territorialización. 

El nuevo Plan de Acción Nacional y los territoriales, deben agrupar responsabilidades que sean innovadoras y brinden soluciones a las problemáticas de raíz. Dentro de los ajustes necesarios para este nuevo proceso, es clave atender la situación de defensoras ambientales. Por esto, desde Ambiente y Sociedad presentamos al Comité de Impulso del Putumayo una propuesta de acciones, de acuerdo al trabajo que hemos realizado en el Departamento. Las acciones fueron acogidas y presentadas en los espacios organizados por el Ministerio del Interior para la recolección de insumos. Estos, son relevantes no sólo para el Putumayo, sino para el Plan nacional y los otros procesos de territorialización.

Para la línea de prevención, resaltamos la importancia de realizar un diagnóstico sobre la situación de lideresas y defensoras ambientales, que permita conocer las fortalezas y necesidades de cada territorio para prevenir y proteger los riesgos que enfrentan. El ejercicio riguroso de este diagnóstico requiere de la participación de las defensoras y lideresas y de la articulación de entidades, para comprender la complejidad de su situación y los vacíos que hay en la respuesta. 

Este ejercicio diagnóstico se podrá nutrir, además, de la articulación con otras políticas. En este sentido, recomendamos definir una ruta para la implementación efectiva del Acuerdo de Escazú que permita fortalecer la participación de mujeres defensoras dentro de todas las instancias de toma de decisión en materia ambiental a nivel territorial. Teniendo en cuenta que se está finalizando el trámite de ratificación de este Acuerdo, la obligación que plantea de realizar un diagnóstico, el fortalecimiento del marco normativo en materia de prevención y protección, y las garantías para la democracia ambiental que ofrece, son claves para este momento de planeación del Programa. 

También se resaltó la necesidad de realizar una evaluación que permita determinar la posibilidad de avanzar en la implementación de la Hoja de Ruta del Plan de Acción de Género y Cambio Climático de Colombia que lidera el Ministerio de Ambiente, en el departamento. Este resalta la importancia de la participación de organizaciones de mujeres en la construcción de acciones y medidas para la mitigación y adaptación al cambio climático. La Hoja de Ruta reconoce el vínculo que existe entre la justicia climática y la justicia de género, y el rol de las mujeres como vital para la formulación de proyectos, políticas, estrategias y acciones para la gestión del cambio climático. En este sentido, su ampliación en los lugares donde avanza el Programa permitiría fortalecer los liderazgos ambientales de las mujeres. 

En línea con la participación como herramienta clave para la prevención, se planteó la importancia del fortalecimiento de la participación de las defensoras del Putumayo en el Centro Regional de Diálogo Ambiental de la Macrocuenca Amazonas. Se deben brindar garantías para la participación efectiva de las mujeres en instancias con capacidad de incidencia en materia ambiental en todo el país. Estos espacios permiten visibilizar la manera en la que los conflictos socioambientales las afectan y los daños que ellas perciben, de manera que obtengan soluciones concretas al respecto.

Por último, en la línea de garantías de no repetición, planteamos la importancia de reconocer que la estigmatización y criminalización de quienes defienden el ambiente es una práctica reiterada. En este sentido, se presentó la necesidad de realizar ejercicios de capacitación con enfoque de género a la Fiscalía para prevenir estas acciones. Además, identificar casos en contra de defensoras, para que sean llevados a las Mesas de Seguimiento a Casos, con la intención de agilizar y aclarar sus procesos, garantizando su derecho de acceso a la justicia.

En general, la vinculación de entidades del SINA en el Programa Integral de Garantías sería un paso fundamental para demostrar que se comprende la complejidad del riesgo que enfrentan las defensoras ambientales. El rol del Estado en la prevención y protección es central por la responsabilidad que se le ha otorgado y ha asumido. El buen resultado de estas políticas depende de que se escuche el llamado de las mujeres, que han insistido en que la mirada diferencial y territorializada no se puede limitar a un enunciado en los principios de las políticas. 

Detrás de los formalismos que exige la ley, cuando hablamos de prevención y protección, estamos hablando de cuidar a quienes ponen sus cuerpos al servicio del cuidado de la vida y el territorio, respondiendo a las violencias. Recordar que hablamos de personas, y no solo de cifras u obligaciones, es fundamental para comprender la necesidad que hay en robustecer las políticas, y ofrecer respuestas sensibles, humanas y rigurosas. 

Las defensoras ambientales del Putumayo, por ejemplo, ven sus cuerpos y ubican la conexión con el universo, la madre tierra y la fertilidad, en el ombligo; en su cabeza, los pensamientos de cuidado de la madre tierra, protección, unidad y conexión espiritual; llevan palabras de sabiduría y consejo en sus bocas; en sus hombros cargan sufrimiento, machismo, racismo, violencia; de sus manos entregan caricias, cariño, y su quehacer en la siembra, la sanación, el tejido y los proyectos comunitarios; su corazón se llena de amor, esperanza, miedo y valentía; y en su vagina ven el placer que les genera lograr objetivos, el buen trato, las caricias, el respeto y ser amadas.

Reconocerlas a través de  lo que ellas mismas ubicaron en sus cuerpos nos recuerda la importancia que hay en comprender la fuerza y vulnerabilidad que las compone y la relación que tienen con todo lo que las rodea. Regresar a la escucha atenta de sus experiencias será fundamental siempre para poder dar respuesta con la misma profundidad que mueve su labor. Desde Ambiente y Sociedad continuaremos atentas al cumplimiento de estas recomendaciones, al ser un ejercicio básico de reciprocidad con ellas y una garantía para el derecho a un medio ambiente sano, a la autonomía territorial, soberanía alimentaria e identidad cultural.