Petróleo en el Piedemonte Amazónico: La sangre de la tierra en disputa

Nueva historia evidencia las afectaciones de la industria petrolera en dicho territorio

El piedemonte amazónico, conformado por los departamentos de Putumayo y Caquetá, es una región importantísima para los ciclos biológicos, hidrológicos y climáticos del planeta, conecta los Andes con la Amazonía y es el hogar de pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y campesinos. Pese a ello, los ecosistemas de esta región y sus comunidades están en riesgo, pues se ha convertido en un foco de explotación petrolera en el país. 

Actualmente, 47 de los 51 bloques petroleros en exploración y producción (E&P) de toda la Amazonía se concentran en el piedemonte, 35 en Putumayo y 12 en Caquetá. Específicamente, en el departamento de Putumayo la actividad petrolera ha ido en aumento, convirtiéndose en el sexto departamento en el que más se produjo petróleo en 2021, contando con una producción acumulada de 7′ 652.042 barriles.

A través del producto periodístico “Petróleo en el piedemonte amazónico: la sangre de la tierra en disputa”, la Asociación Ambiente y Sociedad documenta varios de los impactos negativos socioambientales derivados de la industria petrolera en una región importante para el mundo, cuya preservación constituye un pilar fundamental para combatir el cambio climático. 

Además, hemos constatado que esta industria es una de las principales actividades generadoras de conflictos socioambientales por su intervención sobre el territorio y las comunidades que lo habitan. Desafortunadamente, actualmente 62 resguardos indígenas están traslapados o cruzados por proyectos petroleros en la Amazonía y casi todos se concentran en el piedemonte, con un total de 59, siendo Putumayo y Caquetá los departamentos más afectados. 

De acuerdo a las comunidades del piedemonte consultadas por la Asociación Ambiente y Sociedad, existen incumplimientos de los acuerdos alcanzados durante las consultas previas, y estos se dan en un contexto de profunda desigualdad, porque las empresas se encuentran en una situación privilegiada y de poder frente a las comunidades; ya que, por otro lado, también se evidencia la ausencia de mecanismos eficaces para el acceso a la información por parte de las comunidades. 

Entre la documentación presentada a lo largo de la historia periodística, se prueban diversas afectaciones ambientales como la contaminación de las fuentes hídricas por el derrame de crudo y los altos niveles de residuos químicos y sedimentos que enturbian las aguas, lo que afecta la disponibilidad de agua libre de contaminación para los habitantes, y constituye una degradación de sus ecosistemas.

Por otro lado, hacemos énfasis en la importancia que tiene el control de las actividades iniciales de las actividades petroleras, ya que la disponibilidad del agua no sólo se ve afectada por eventos desafortunados como los derrames de crudo, sino que los estudios sísmicos y la apertura de caminos generan daños en cadena: provocando la fractura y la desestabilización de los suelos y subsuelos, que a su vez afectan la disponibilidad de agua -porque se profundiza en zonas de recarga de agua, haciendo perder su capacidad de abastecimiento-, y posteriormente se genera la desaparición y/o el desplazamiento de la flora y la fauna.

Los indígenas del Putumayo, específicamente de los pueblos Inga y Siona, han denunciado la contaminación de los ríos causada por los proyectos petroleros, lo que ha provocado la pérdida o disminución de sus alimentos, así como de los peces, los frutos o incluso las de plantas medicinales -indispensables para su cuidado y culturas- debido a la degradación de los bosques. 

Hemos evidenciado que una de las comunidades más afectadas por la actividad petrolera en esta región es el pueblo Inga, pues han sufrido la vulneración de sus derechos fundamentales, afectaciones a su autonomía, integridad cultural y el deterioro de su territorio. Los inga han denunciado la contaminación de las fuentes hídricas y el aumento de especies de animales amenazadas, además del impacto negativo en la realización de sus prácticas culturales y espirituales, debido a la presencia de los actores externos.

Las afectaciones de esta industria no sólo constituyen impactos negativos de los ecosistemas de la Amazonía, o afectaciones de territorios y las formas de subsistencia de las comunidades, sino que implican el debilitamiento de los procesos organizativos de los pueblos ya que la intervención de las petroleras, algunas veces, supone una desinformación sobre la ejecución y las consecuencias de sus proyectos, por lo que la posición de los integrantes de las comunidades puede ser distinta, entonces se pueden generar disputas internas entre los integrantes de un mismo pueblo. Por lo que se afectan gravemente a las culturas de las comunidades.

En ese sentido, desde Ambiente y Sociedad,  hacemos un llamado a favor del piedemonte amazónico colombiano, un territorio que debe ser preservado; en el que las empresas deben actuar de forma responsable con los ecosistemas y con las comunidades que lo habitan, incluyendo, por ejemplo, un diálogo abierto y participativo con todas las partes de las comunidades durante el proceso de Consulta Previa, y proporcionando de forma efectiva el acceso a la información clara y transparente para los pueblos. Y, sobre todo, cumpliendo con los acuerdos alcanzados. 

A través del siguiente enlace, pueden acceder a la historia “Petróleo en el piedemonte amazónico: la sangre de la tierra en disputa.”

Y para unirse a nuestro llamado pueden utilizar el hashtag #SalvemosAlPiedemonte. 

Contacto: 

Alicia Gómez, coordinadora de comunicaciones
3204821467