A partir de la experiencia propia en el litigio ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, en el presente artículo sostenemos que la principal potencialidad de la Corte Interamericana ha sido y sigue siendo, constituir una tribuna para que las víctimas hagan sentir el peso moral de su palabra. Ellas y ellos son quienes, al contar sus historias logran transmutarse de víctimas en vencedores.
Original en español.
Recibido en marzo de 2014.
¿Somos los representantes ante los altos tribunales de justicia internacional, la voz de las enmudecidas víctimas de las violaciones de derechos humanos? ¿Actuamos, como en un acto de ventriloquía al revés, diciendo lo que nosotros quisiéramos que digan nuestros representados?
A partir de la experiencia propia en el litigio ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, en el presente artículo sostenemos que no hemos hecho ni lo uno ni lo otro. No prestamos nuestra voz a las víctimas porque ellas tienen la suya propia. No hablamos por ellas, sino con ellas.
Sostenemos también, que la principal potencialidad de la Corte Interamericana ha sido y sigue siendo, constituir una tribuna para que las víctimas hagan sentir el peso moral de su palabra. Ellas y ellos son quienes, al contar sus historias logran transmutarse de víctimas en vencedores.
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