Por Natalia Gómez Peña*

Investigadora Área de Ciudadanía, Acceso a la Información y Participación Ambiental.

Asociación Ambiente y Sociedad-AAS

Publicado originalmente en

Semana Sostenible

Los intentos por recuperar la Ciénaga Grande han sido muchos con múltiples procesos y una gran cantidad de recursos invertidos. Pero ninguno ha tenido mayor impacto.

En el año 2012 Julio Díaz[1], líder campesino de la Ciénaga Grande de Santa Marta, vino a Bogotá a compartir con líderes comunitarios de otras zonas del país su experiencia con el conflicto socio ambiental que vivía la Ciénaga[2].

En ese momento relataba como desde hacía años la comunidad se había asociado para llevar a cabo acciones que permitieran la recuperación ecológica del área, y dentro de sus logros contaba el haber detenido la extracción de manglares para ser comercializados como material de construcción en las grandes ciudades.

Sin Embargo, el líder anotaba que desde el año 2006 la comunidad observaba la falta de efectividad de las acciones planificadas desde el Estado, y la no aplicación de los recursos asignados para la continuación del proceso, haciendo que esos logros iniciales se desvanecieran. Nos contaba con especial preocupación como la comunidad estaba siendo excluida del proceso de recuperación de la Ciénaga que lideraba CORPOMAG (Corporación Autónoma Regional del Magdalena).

Julio hablaba de que en el período más fuerte de la crisis ambiental murieron más de 600 hectáreas de mangle, desaparecieron la mayor parte de las especies de fauna acuática, y la salinización de las fuentes hídricas condujo a la contaminación de los suelos, acabando con el hábitat de muchas especies terrestres y obligando a muchos pobladores de la Ciénaga a salir desplazados a grandes ciudades como Barranquilla y Santa Marta. En el 2012 durante este encuentro el líder campesino temia que la situación de la Ciénaga se agravara y que el proceso de recuperación ecológica, que en algún momento vieron como esperanzador, no fuera efectivo.

Según las fotos recientemente reveladas por los medios de comunicación y que han sido captadas en sobrevuelos por parte de funcionarios de Parques Nacionales acompañados por la Fuerza Aérea y la Policía Nacional, cientos de hectáreas de la Ciénaga son ahora potreros preparados para las actividades ganaderas y agroindustriales. Las problemáticas que en el 2012 el líder Julio Díaz anunciaba con temor han sobrepasado todas las expectativas que se tenían, y al parecer también la capacidad de las instituciones para hacerles frente.

La Ciénaga Grande de Santa Marta, uno de los ecosistemas más grandes e importantes del país, se constituyó desde 1977 como Santuario de Flora y Fauna, y  en 1998 fue declarado como Humedal Ramsar con importancia internacional.  Dichas categorías significan que en la Ciénaga sólo son permitidas actividades de conservación, recuperación, investigación y educación, sin embargo actualmente la situación de la Ciénaga se asemeja más a un cementerio ecológico.

En palabras del líder campesino Julio Díaz los principales problemas del ecosistema habían sido causados por la sedimentación de los caños del río Magdalena y la Sierra Nevada, y  la construcción de obras de infraestructura, como carreteras y puentes, que afectaron el flujo de los canales de agua dulce que alimentan a la Ciénaga y provocaron la salinización del ecosistema. A esto se suman ahora la construcción de diques, las quemas de vegetación para convertir amplias zonas del Santuario en potreros por parte de empresas particulares, y la violencia del conflicto armado, que como ocurrió en todo el país, también tuvo amargos episodios en esta zona.

La Ciénaga fue zona de influencia paramilitar, y desde 1998 empezaron los  desplazamientos de familias enteras que tuvieron que abandonar las fincas que habían habitado por años y huir para salvar sus vidas. Varios de estos terrenos están siendo hoy objeto de procesos de restitución de Tierras.

Los intentos por recuperar la Ciénaga Grande han sido varios, con múltiples procesos y una gran cantidad de recursos invertidos. En 1997 se emprendió un proyecto de rehabilitación de la Ciénaga por valor de 12.8 millones de dólares provenientes de un empréstito del BID y recursos de contrapartida de la Nación. Además, por la misma época se inició un proyecto de Cooperación Técnica Colombo-Alemana, mediante la Asesoría de la GTZ, con aportes para asesorías técnica, equipos para soporte de las actividades y capacitación[3]. Estos son solo algunos de los ejemplos de acciones  e inversión de recursos económicos que han buscado la recuperación de la Ciénaga sin que hayan tenido un mayor impacto.

Ante esta triste perspectiva y la grave crisis ambiental nos quedan varias preguntas: ¿Dónde están todos los recursos económicos invertidos en los procesos de recuperación de la Ciénaga?, ¿ Qué dicen los cooperantes?, ¿Cuál ha sido el papel de las autoridades responsables (Ministerio de Ambiente, Parques Nacionales, CORPOMAG) ante esta crisis ambiental?, ¿Cómo es que las autoridades no se dieron cuenta de la construcción de diques, las quemas y la desecación que estaba ocurriendo en la Ciénaga?,¿ Cómo se está permitiendo la participación de las comunidades campesinas en el proceso de recuperación?

Con la publicación de las fotografías que dan cuenta del mal estado de la Ciénaga y la indignación nacional se despertó, las autoridades han anunciado estrategias conjuntas  para evitar que continúe la apropiación de empresas y grandes propietarios de los terrenos del Santuario de fauna y flora, y hacerle frente a la degradación ecológica. Esperamos que los anuncios se materialicen en acciones y políticas efectivas que permitan la recuperación de la Ciénaga Grande de Santa Marta, y que campesinos como Julio Díaz puedan volver a vivir en la tierra que los vio nacer.

[1] Para tener más información puede consultar el artículo: “La Ciénaga grande de Santa Marta ¿De humedal Ramsar a catástrofe ambiental?” Por Julio Díaz y Natalia Gómez, en: Conflictos Ambientales en Colombia. Retos y Perspectivas desde el enfoque de DDHH y la participación ciudadana, Editorial Universidad del Rosario. 2012.

[2] El encuentro se realizó en el marco del Taller denominado “Hacia una propuesta de Fortalecimiento Institucional de los Procesos de Participación Ciudadana para la resolución de Conflictos Ambientales” desarrollado por la Universidad del Rosario en convenio con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible el día 4 de octubre de 2012 en la ciudad de Bogotá.

[3] Información consultada en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-534911