Global Witness: Latinoamérica, la región más peligrosa para defender el medioambiente

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En Colombia se registraron 25 casos de homicidio contra los defensores de la naturaleza.

Al menos 111 ecologistas perdieron la vida entre 2002 y 2014.

Un informe de Global Witness expone un aumento del número de activistas ambientales asesinados, con particular incidencia en las comunidades indígenas.

El nuevo informe pone en evidencia el caso de Honduras, el país más peligroso para los defensores ambientales.

Los asesinatos de activistas ambientales y de la tierra que tuvieron lugar en 2014 alcanzaron una media de más de dos por semana, lo que supone un aumento de un 20 % respecto a 2013, según señala un nuevo informe de Global Witness. En «¿Cuántos más?» se documentan las 116 muertes que se sabe que ocurrieron el año pasado por todo el mundo: una cifra que representa casi el doble del número de periodistas asesinados durante el mismo periodoi. Las graves restricciones informativas que existen implican que, sin duda, la cifra real es mayor.

Prácticamente tres cuartas partes de estos asesinatos tuvieron lugar en Centroamérica y Sudamérica, mientras que el sureste asiático fue la segunda región más afectada. Honduras fue el país más peligroso per cápita para los activistas ambientales y de la tierra. El alarmante porcentaje de un 40 % de estas víctimas era indígena y las principales causas de su muerte fueron la industria hidroeléctrica, la minería y la agroindustria.

En «¿Cuántos más?» se analizan las tendencias de violación e intimidación que se dan en aquellos países en los que la persecución sistemática de los defensores de la tierra y el medio ambiente va acompañada de intentos de criminalizar las protestas, limitar las libertades y debilitar las leyes en materia de protección ambiental. Además, se ha observado una tendencia alarmante por la que algunos Gobiernos han usado legislación antiterrorista en contra de activistas, describiéndoles como «enemigos del Estado».

Global Witness apela a los Gobiernos y a la comunidad internacional para que supervisen, investiguen y castiguen estos crímenes y a Honduras para que aborde estos abusos en su próximo examen de la situación de los derechos humanos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
«Tanto en Honduras como en el resto del mundo, hay defensores del medio ambiente que son asesinados a tiros a plena luz del día, secuestrados, amenazados o juzgados por terrorismo debido por su oposición a lo que se conoce como “desarrollo”», señaló Billy Kyte, encargado de campañas de Global Witness. «Los verdaderos autores de estos crímenes, una poderosa trama de intereses empresariales y gubernamentales, disfrutan de total impunidad. Se requiere acción inmediata para proteger a los ciudadanos y llevar a los responsables ante la justicia», añadió.
En Honduras se produjeron 111 asesinatos entre 2002 y 2014. El caso de la activista indígena Berta Cáceres, ganadora del Premio Goldman de Medio Ambiente de 2015ii, es especialmente representativo de la persecución sistemática a la que se enfrentan los defensores hondureños.
«Me siguen. Me amenazan con matarme, con secuestrarme. Amenazan a mi familia. Esto es a lo que nos enfrentamos», comentó Cáceres.

Desde 2013 han asesinado a tres de sus compañeros por oponer resistencia a la presa hidroeléctrica de Agua Zarca, en el río Gualcarque, que podría interrumpir una fuente de agua vital para cientos de miembros del pueblo indígena lenca.

Entre los principales hallazgos del informe «¿Cuántos más?» se encuentran los siguientes:
 En 2014 al menos 116 defensores del medio ambiente y la tierra murieron asesinados: la mayoría en Brasil (29), Colombia (25), Filipinas (15) y Honduras (12).
 De entre todas las víctimas, 47 eran miembros de algún grupo indígena, lo que representa un 40 % del total.
 En 2014 se disparó el número de asesinatos relacionados con proyectos hidroeléctricos, mientras que las disputas por la tierra fueron el trasfondo de la mayoría de las muertes.
 Hay muy poca información disponible al público que confirme quiénes son los presuntos autores pero, de entre los casos bien documentados, encontramos diez relacionados con grupos paramilitares, ocho con la policía, cinco con guardas de seguridad privados y tres con el ejército.

La crisis que se oculta tras estas muertes no tiene la atención pública que se merece por dos razones: que no cuenta con suficiente supervisión y que muchos defensores viven en comunidades remotas y pobres con acceso limitado a comunicaciones y a los medios de comunicación. Los escasos datos sobre asesinatos de los que se dispone en gran parte de África y áreas como China, Asia Central y Oriente Medio podrían deberse a la reducida supervisión por parte de la sociedad civil y a la supresión de los medios de comunicación y otros canales de información.

Justo cuando el mundo centra su atención en las negociaciones sobre el clima más importantes de los últimos años (la conferencia de la ONU sobre el clima que se celebrará en París para intentar alcanzar un acuerdo mundial sobre las emisiones de carbono), el informe «¿Cuántos más?» pone de relieve una grave paradoja de las cumbres sobre el clima: que las personas que están a la vanguardia de la lucha para proteger nuestro medio ambiente están muriendo asesinadas.

«Los defensores ambientales están luchando por la protección climática contra un número de adversidades cada vez mayor», declaró Billy Kyte, quien añadió: «Ahora más que nunca tenemos que responsabilizar a los Gobiernos y empresas por el creciente número de víctimas mortales en los confines de la lucha ambiental. El secretismo en torno al cual se negocian los acuerdos sobre recursos naturales alimenta la violencia y debe ponérsele fin. Ha llegado la hora de que la comunidad internacional reaccione e intervenga»