Coalición Regional por la Transparencia y la Participación.
En los últimos años, la expansión económica de Brasil se expresó, entre otras cosas, en una mayor presencia de sus empresas actuando en la región suramericana. Del conjunto de empresas de nacionalidad brasileña con actuación internacional, se destacan, por su dinamismo y diversificación, las grandes empresas constructoras como Odebrecht, Camargo Corrêa y otras, presentes en la construcción de hidroeléctricas, carreteras, aeropuertos, terminales multimodales y otros tipos de obra pública contratada ya sea por los Gobiernos de la región o bien por organismos supra-nacionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), cuyo Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (Cosiplan) es el órgano encargado de la implementación de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (Iirsa). Estas empresas adquirieron en los últimos años unas dimensiones y capacidades que las colocaron en la posición de aprovechar la bonanza económica vivida por América Latina gracias al boom de las commodities, que llevó a casi todos los Gobiernos a expandir infraestructuras consideradas clave para la sustentación de esa ruta de crecimiento, en particular en el ámbito energético y de transportes. Las empresas brasileñas, que ya habían crecido significativamente en su país de origen bajo el alero del propio Estado (su principal contratista durante décadas) pudieron fortalecer su posición en los demás países del área a partir de su posición sólida dentro del propio Brasil.
En efecto, Brasil cuenta con un poderoso sector de construcción civil que en 2013 representó 5,4% del Producto Interno Bruto (PIB) del país (creciendo a tasas incluso superiores que el conjunto de la economía), creando aproximadamente 3,26 millones de empleos ese mismo año. Además de las empresas constructoras, la cadena productiva está conformada por la industria y el comercio de materiales de construcción, un área de servicios y un área de producción de máquinas y equipos que, conjuntamente, son uno de los polos más dinámicos de la economía nacional.
Dentro de la cadena productiva, la construcción civil propiamente dicha representa 64,7% del PIB sectorial, por lo tanto, domina ampliamente sobre todos los subsectores que se articulan alrededor de las actividades de la construcción.
Aunque los datos indican la existencia de más de 223 000 establecimientos dedicados a la construcción, la verdad es que el escenario es dominado por un pequeño grupo de empresas: apenas 328 empresas del total tienen entre 500 y 1000 empleados, y apenas 188 empresas tienen más de 1000 trabajadores.
Así, podemos afirmar que se trata de un sector extremamente concentrado y centralizado en lo que se refiere al control sobre capital y fuerza de trabajo. Muestra de ello es que el ranking de las mayores cincuenta empresas del ramo, elaborado por la Cámara Brasileña de la Industria de la Construcción (CBIC), indica que ese conjunto de empresas reúnen un total de 410 653 funcionarios y una renta anual bruta de 65 760 407 reales. Cabe anotar que la gran mayoría de los empleos creados por el sector son temporales, e inclusive que de ahí viene el nombre de las empresas de la construcción en Brasil: empreiteiras.
Pero si vemos con más detalle, las cinco primeras empresas del ranking son las que más concentran poder, como vemos en el siguiente cuadro (Cuadro 1).Estas empresas son justamente aquellas cuyo desempeño estamos analizando en el presente documento. Como podemos ver, los datos indican que las mismas dominan el sector, pues concentran poco más del 40% del total de rendimientos brutos sobre un universo de más de 223 000 emprendimientos registrados nacionalmente en dicha cadena productiva. Concentran, además, dos tercios del total de empleados sectoriales. No disponemos de datos sobre la cantidad de trabajadores temporales que estas empresas contratan, pero la tendencia debe ser semejante.
Estas empresas se dedican, en lo que se refiere a construcción civil, a una diversidad impresionante de obras: carreteras, puentes, túneles, puertos y aeropuertos, ferrocarriles, metros, centrales nucleares, plataformas off-shore, instalaciones petroquímicas, hidroeléctricas, termoeléctricas, líneas de transmisión, condominios residenciales y comerciales, shoppings, fábricas, estadios, hoteles… prácticamente nada queda por fuera del área de actuación de verdaderas gigantes, cuyo conocimiento técnico y de mercado les hace posible mantener su posición privilegiada, sumado a sus históricas relaciones con el poder político, que comenzaron décadas atrás y que están en la base de su éxito y de su crecimiento a lo largo del tiempo.
Pero estas empresas no actúan únicamente en Brasil ni sólo en el área de la construcción civil; datos recientes de la Fundación Dom Cabral, apuntan que éstas tienen una significativa actuación internacional. Así, en el ranking de las cincuenta y dos empresas brasileñas más internacionalizadas, la constructora Norberto Odebrecht ocupa el lugar número uno, con un índice de transnacionalidad de 0,549; en segundo lugar aparece la empresa InterCement (del Grupo Camargo Corrêa), con un índice de transnacionalidad de 0,547. La OAS aparece en la posición, con un índice de 0,305, y la Andrade Gutiérrez en la casilla, gracias a un índice de transnacionalidad de 0,284. La empresa Queiroz & Galvão es la única que no figura como empresa internacionalizada.
Simplificando, podemos afirmar que Odebrecht e InterCement no son ya, stricto sensu, empresas “brasileñas”, sino verdaderas transnacionales, pues sus actividades fuera de Brasil ya superan las actividades dentro del territorio brasileño.
Las otras son empresas que tienen un importante grado de internacionalización, pero que aún tienen en el mercado brasileño su principal foco de actuación. Como se desprende de los análisis incluidos en el presente volumen, el concepto de empresa no parece ser el más adecuado para hacer referencia a entidades cuyo portafolio es altamente diversificado y cuya actuación se expande por varios países, e incluso continentes. El concepto de grupo empresarial parece más adecuado, así como la noción de translatinas. Se trata de grupos que han incursionado en sectores muy diversos, creando tanto economías de gama como de escala, disminuyendo de forma sensible los riesgos de negocio.
Las diferentes empresas conglomeradas en cada grupo, aunque tienen su propia contabilidad, integran una totalidad mayor que actúa según una racionalidad de maximización del lucro con reducción del riesgo, mediante diversificación y escalonamientos geográficos significativos. Por ejemplo, Odebrecht desarrolla sus actividades en ramos diversos, como productos químicos, petroquímicos, ingeniería ambiental, bienes raíces, agroindustria, transporte, defensa, tecnología, corredoras de seguro, financieras e inversiones. Sus rendimientos brutos anuales (globales), ascienden a casi noventa y siete mil millones de reales. El Grupo trabaja en veintitrés países, de cuatro continentes, según datos divulgados por la empresa en su página oficial. Vale la pena recordar que la internacionalización de la empresa data de la década de 1970, cuando inicia su trayectoria en el sector hidroeléctrico, con la construcción de represas en Perú y en Chile.
Lo mismo puede decirse de Camargo Corrêa, otra de las grandes del sector. Dicho Grupo actúa en los sectores de ingeniería y construcción, cemento, concesiones de energía, transporte y movilidad urbana, vestuario, calzado y bienes raíces; opera en veinte estados brasileños y tiene presencia en veintidós países. En 2013, el Grupo reportó sesenta y cinco mil trabajadores y una renta líquida de 25 800 millones de reales.
Por su parte, OAS, la otra empresa analizada a lo largo del documento, tiene negocios en construcción civil, defensa, bienes raíces, energía y comercio exterior. De acuerdo con lo que se publica en su página oficial, la empresa ocupa el 3.er lugar en el ranking de las industrias de la construcción elaborado por la Revista Valor Econômico, en su edición de agosto de 2014. OAS se autodefine como un conglomerado multinacional brasileño que reúne empresas presentes en el territorio de Brasil y en más de veinte países, contando con más de cienmil “colaboradores”.
Estas empresas se han beneficiado, tanto para su expansión en Brasil como para terceros mercados, de una estrecha relación con el Poder Público. Desde la construcción de Brasilia, en la década de 1950, hasta las obras del actual Programa para la Aceleración del Crecimiento (PAC) y del Mundial de Fútbol 2014, el nombre de estas empresas ha figurado en lugar de privilegio en la construcción de grandes obras de ingeniería en una gran diversidad de áreas.
Esa relación, por otra parte, no ha estado exenta de situaciones irregulares, como casos de corrupción denunciados por la prensa brasileña implicando en diversos momentos la existencia de licitaciones fraudulentas, sobrefacturación de obras públicas, desvío de fondos del Tesoro Nacional hacia paraísos fiscales, sobornos a políticos de diversos partidos a cambio de ventajas en las licitaciones públicas, incumplimiento de contratos, entre otros. En el momento en que se redacta esta introducción en noviembre de 2014, en Brasil es ventilado públicamente el escándalo de corrupción más grande en la historia de la Petrobras, con el presunto desvío de más de diez mil millones de reales para pago de propinas a partidos políticos y otros actos ilícitos, en los que están directamente involucrados los altos ejecutivos de las principales empresas aquí mencionadas: Camargo Corrêa, Odebrecht, OAS, Queiroz & Galvão… un total de veintitrés ejecutivos de éstas y otras empresas, incluyendo de la misma Petrobras, han sido llevados a prisiónpreventiva por parte de la Policía Federal y el Ministerio Público.
Por su parte, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), ha canalizado recursos públicos cuantiosos para estas empresas, tanto para su expansión en territorio brasileño, como para su internacionalización. En la página oficial del BNDES, por ejemplo, constan informaciones sobre el apoyo a operaciones pos embarque (exportación de bienes y servicios de empresas brasileñas), según las cuales el pequeño club de las cinco mayores empresas del sector (Odebrecht, Camargo Corrêa, Andrade Gutiérrez, OAS y Queiroz & Galvão), accedieron a fondos por un total de 6 204 214 649 dólares12. Esos recursos, provenientes del Tesoro Nacional y del Fondo de Amparo al Trabajador (en su mayor parte), son prestados a intereses bajos y plazos amplios, facilitando la expansión de las empresas y permitiéndoles una mayor penetración en mercados externos.
En este sentido cabe recordar (como será discutido ampliamente en el presente volumen) la importante presencia de estas empresas en la construcción de las obras que integran la Iirsa, viabilizada por el apoyo diplomático y financiero del Gobierno brasileño. En todos los casos analizados aquí verificamos la relación entre empresas, gobiernos e instituciones financieras (nacionales, como el caso del BNDES, o regionales e integrados por varios países, como la Corporación Andina de Fomento –CAF). Verificamos que el inmenso poder tecnológico y de mercado del que disponen estas empresas puede traducirse, en no pocas ocasiones, en la ocurrencia de irregularidades y violaciones a los derechos humanos de las poblaciones afectadas por los emprendimientos en cuestión. La extrema dificultad de llevar a estas empresas a actuar conforme a los más altos estándares sociales y ambientales es evidente, más aún cuando los gobiernos nacionales (tanto el brasileño como el de los demás países) no están mostrando una voluntad política efectiva para que prevalezca el respeto a las mejores prácticas en estos ámbitos.
El presente trabajo busca contribuir para un mejor entendimiento del marco institucional y legal existente en nuestros países, con la finalidad de encuadrar la actuación de estas empresas e inclusive comprender mejor la forma en que las mismas abren portillos, legales o extra legales, para beneficiarse. Así, buscamos fortalecer la capacidad de la sociedad civil de incidir en los rumbos que el actual modelo desarrollista viene tomando, en especial a partir de nuestro compromiso de luchar por la implementación inmediata de salvaguardas y otras medidas de prevención en materia socio-ambiental, en beneficio de las poblaciones afectadas así como de los intereses de la sociedad. Los grandes proyectos ejecutados por estas empresas tienen consecuencias muchas veces dramáticas para los países que hacen la inversión, pero los beneficios o no existen, o son notoriamente menores que los perjuicios provocados. Esta situación debe cambiar, y es una tarea en la que tanto los gobiernos de cada país como la sociedad civil suramericana, tienen y tenemos una responsabilidad impostergable.
Es así como analizaremos la relación entre tres empresas brasileñas y cuatro países de la región: en el caso de Camargo Corrêa, analizaremos su relación con y su presencia en Brasil y Colombia; en el caso de Odebrecht, será con respecto a Perú y Ecuador; y en el caso de OAS, analizaremos su presencia y su papel en Bolivia.
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