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El polémico fracking fue el tema de una resolución de la asamblea Eurolat. Hay quienes querrían verlo como una opción para la transición energética. Otros quieren su prohibición. Pero la precaución se ha impuesto.

“El fracking está prohibido en Francia, pero la francesa Total fractura en Argentina, incluso en zonas declaradas reserva natural. Los dobles estándares y la injerencia son una realidad que vivimos ya con derrames, incendios, derrames, incendios, pérdidas de pastillas radioactivas, desplazamiento de actividades productivas”, dijo a DW Felipe Gutiérrez, del Observatorio Petrolero Sur durante la asamblea Eurolat, en Lisboa.

Ésta es una de las 200 organizaciones de la sociedad civil que manifestaron su alarma en la Asamblea Euro-Latinoamericana (Eurolat) ya hace dos años, cuando el informe que se iba a aprobar parecía dictado por las empresas extractivas.

Por el contrario, el informe que aprobaron el miércoles (18.5.2016) los diputados del Parlamento Europeo -y de varios parlamentos latinoamericanos- reunidos en Lisboa descarta la idea del fracking como combustible puente hacia la transición energética.

Y aunque no habla de la moratoria que pedían los medioambientalistas, sí resalta el principio de la precaución. “Es un informe contradictorio, pero será una herramienta geopolítica útil”, afirma Gutiérrez.

Protesta contra el fracking en Buenos Aires, Argentina. (2013).Protesta contra el fracking en Buenos Aires, Argentina. (2013).

Prohibiciones y tentaciones

Las posibilidades de una extracción respetuosa del medio ambiente se subrayaba en aquel primer informe de 2014, que pedía trabajar por un marco regulatorio previo a la utilización amplia de este tipo de extracción, que fue popularizada primero por Estados Unidos y China, seguidos más tarde por Canadá y Argentina.

Pero el probado deterioro medioambiental que causa, la cantidad de agua que se requiere para este procedimiento de explotación en zonas donde este recurso escasea, la polución de las aguas profundas y la poca certeza de las reservas reales movieron a países como Bulgaria, Alemania, España, Francia, Reino Unido y República Checa a prohibirlo; por lo menos por el momento.

Sin embargo, las reservas que se detectan en México, Colombia, Ecuador yBolivia despiertan la codicia. Y los cantos de sirena de las empresas extractivas son muy sugestivos.

“Los pueblos tienen derecho a elegir su propio desarrollo” y “Europa no puede imponer sus prohibiciones a otros países” son los argumentos que se esgrimen más comúnmente. Ese criterio proviene de quienes no jerarquizan el impacto socioambiental como el principal problema y ponen la mira en las inversiones para el desarrollo tecnológico, que, se supone, convertirá a ese método de extracción en algo limpio y seguro.

Pero esto, según activistas como Gutiérrez, es un mito. “La universidad de Columbia demuestra en un informe que tanto el gas de esquisto como el petróleo de esquisto son, a largo plazo, más contaminantes que el gas y el petróleo convencional en términos de emisión de gases de efecto invernadero. Los países que optan por el fracking están perpetuando una matiz energética contaminante”, insiste Gutiérrez.

Protesta contra el fracking ante la cancillería alemana, en Berlín.

 

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Esta nota ha sido tomado originalmente del  Deutsche Welle (DW)