Foto: Ambiente y Sociedad
Por: Francisco Rivasplata (Derecho Ambiente y Recursos Naturales) y Vanessa Torres (Ambiente y Sociedad)
El papel del Banco Mundial frente al desarrollo económico de los países y de las regionales es fundamental al momento de determinar su panorama financiero, desde su creación en el año 1944 la institución ha establecido como objetivos centrales de su accionar “acabar con la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida”[1] lo cual es importante recordar más aun cuando el rol del Banco Mundial se ha enfocado en negociar diferentes préstamos con los países miembros siendo la región de América Latina y el Caribe fundamental en esta tarea, pues en el caso de compromisos adquiridos por el Banco para le región se estableció un monto de US$ 4609 millones siendo el segundo valor más alto después de Europa y Asia Central, (Ver Cuadro 1) y en el caso de desembolsos se estableció para 2014 un valor de US$ 5662 millones siendo el segundo monto más alto (Ver Cuadro 1).
Cuadro 1: Compromisos adquiridos por el Banco Mundial 2014.
Fuente: Informe anual 2014 Banco Mundial
Cuadro 2: Desembolsos Banco Mundial 2014
Fuente: Informe anual 2014 Banco Mundial
Analizando casos concretos, en países como Colombia o Perú la inversión por parte de la institución muestra aumentos significativos en el 2015 (en Colombia se establece compromisos de financiamiento para el 2015 de US$ 1,438 millones. (Ver Gráfica 1).
Grafica 1: Compromisos adquiridos Banco Mundial en Perú y Colombia 2011 – 2015
Fuente: Banco Mundial
Al hablar de Sudamérica es claro que el contexto político de los últimos quince años ha transformado el papel del Banco Mundial como principal financiador para el desarrollo de los países de la región. De acuerdo con datos oficiales del Banco Mundial encontramos que en países como Argentina los compromisos adquiridos con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y la Asociación Internacional de Fomento (AIF), tuvieron un tope alto de financiamiento de US$ 2,223 millones en el año 2011 siguiendo montos mínimos de US$ 0.06 millones en 2012 a 2014 a una cifra aun inferior aunque no tan mínima en el 2015 de US$ 1,343 millones[2]. No siendo coincidencia este como último año del segundo período del gobierno Kirchner; otro caso es el de Venezuela en donde se contaba con una inversión directa del Banco Mundial de US$ 30 millones la cual es bastante baja en comparación a otros países, a una inversión de 0 entre 2002 y 2004[3].
Por último, es importante mencionar el caso boliviano, el cual si bien se enmarca en un gobierno reconocido de izquierda, ha tenido montos de inversión por parte del Banco Mundial bajos en relación a otros países de la región (hablamos de US$ 160 millones en 2011 el tope más alto de los últimos años hasta 2014) en 2015 tuvo un aumento significativo de US$ 246 millones, lo cual nos permite identificar que si bien los montos de financiamiento del Banco a nivel regional han disminuido transformando su rol como actor éste sigue teniendo un papel fundamental (Ver Gráfico 3).
Grafico 3: Financiamiento del BIRF y la AIF por región 2014.
Fuente: Informe anual 2014 Banco Mundial
Por otro lado, si bien, la actividad económica de América Latina ha estado a la baja desde 2014, el Banco hace un balance positivo para la región estableciendo un crecimiento regional del 1,9 % en 2014 al 2,9 % en 2015 y un pronóstico del 3,5 % para el 2016, dependiendo, según el banco, de las reformas para aumentar la productividad en los países de la región[4].
Haciendo un análisis de sectores en concreto, en materia de infraestructura actualmente, el Banco implementa la estrategia actualizada 2012 – 2015 buscando acelerar el crecimiento en el marco del desarrollo sustentable, empleando para esto figuras como las Asociaciones Público-Privadas (APP’s) integrando al sector privado de forma directa en la ejecución de proyectos de este tipo, financiamiento que ha estado en crecimiento desde 1990 y que según la proyección del Banco continuará aumentando.
Es entonces, en virtud de las proyecciones hechas por el Banco adicional a los cambios de gobiernos evidenciados por las elecciones en Argentina, las elecciones parlamentarias en Venezuela, las próximas elecciones en Perú que cuentan con la mayoría de candidatos con un enfoque de derecha y las pasadas elecciones en Colombia manteniendo esta tendencia, adicional a la crisis política vivida actualmente en Brasil que estas reformas seguirán dándose al interior de cada país en búsqueda de la estabilidad de las inversiones de actores como el Banco Mundial, razón por la cual su papel y políticas implementadas en la región es fundamental.
Es importante mencionar el caso brasilero en particular, teniendo en cuenta la importancia del país a nivel territorial para la región, en Brasil no sólo la crisis política vivida actualmente influye en el rol del Banco a nivel nacional, el cual ha disminuido sus operaciones teniendo una proyección de disminución en el 2016 (Ver Gráfica 2), también es importante mencionar el papel del BNDES como Banco nacional de desarrollo el cual ha asumido un rol de proyección del país y de sus empresas a nivel global.
El BNDES es actualmente, pese a las crisis vividas, uno de los financiadores más importantes para la implementación de proyectos de desarrollo a nivel regional. Tal es el caso del sector de infraestructura en países como Colombia en el cual actualmente empresas financiadas por el Banco están ejecutando los proyectos de interés nacional más importantes dentro del Plan Nacional de Desarrollo 2014 – 2018 como la Hidrovía del Río Magdalena a cargo de Odebrecht uno de los proyectos más ambiciosos en los últimos años en el país o de la hidroeléctrica Hidroituango a cargo de Camargo y Correa la cual será la más grande del país y ya ha generado desplazamiento masivo de diferentes comunidades rivereñas en el departamento de Antioquia.
Gráfica 2: Operaciones por ejercicio en Brasil
Fuente: Banco Mundial
El Banco tiene un rol preponderante a nivel regional, dado que la transformación e implementación de políticas sociales y ambientales por parte de una institución como el Banco Mundial marcan una línea de acción clara a estos actores emergentes, de tal forma debe tenerse en cuenta que cualquier transformación de estas políticas hacia una tendencia de reducción frente a la protección de derechos humanos marca una pauta para este tipo de instituciones, que se encuentran en un proceso de reconocimiento en virtud de la presión generada por la sociedad civil, no sólo brasilera sino regional de reconocerse como financiadores internacionales más allá de ser un banco nacional.
Como ejemplos de este proceso encontramos el nuevo portal de transparencia creado por el BNDES, en el cual se integra información entorno a los proyectos financiados por el banco en los diferentes países de la región y a nivel global espacio que si bien es un gran avance, está en construcción. En segundo lugar es importante mencionar el anuncio por parte de las directivas del Banco en el último Foro de Diálogo realizado en Río de Janeiro (Brasil) donde se reconoció la implementación de una nueva política social y ambiental, la cual aún no es conocida públicamente pero que será, dependiendo de su contenido, un paso decisivo en cuanto al reconocimiento de la institución de su responsabilidad como financiador frente al respeto a los derechos humanos.
Entendiendo la importancia del Banco Mundial como financiador para la región, no solo en materia de financiamiento para los proyectos de desarrollo en los diferentes países sino también frente a otros financiadores, es importante determinar que el Banco Mundial se encuentra actualmente en un proceso de transformación de su política de salvaguardas sociales y ambientales. Actualmente ya se cuenta con un borrador que ha sido sometido a tres fases de consultas ante la sociedad civil desde el 2012. Este documento carece de procedimiento claros sobre el seguimiento y control para aquellos proyectos financiados por esta institución, de igual forma que no cuenta con plazos definidos para aquellas fases del ciclo de proyecto para garantizar estándares sociales y ambientales efectivos, se le da un papel protagónico a los marcos normativos internos de cada país para ejercer el control y seguimiento a los proyectos, dejando a un lado la posibilidad de establecer una evaluación de proyecto autónoma.
Esta nueva política, elimina temas tan trascendentales como la inclusión del consentimiento libre previo e informado ya que si bien reconoce en su introducción el objetivo de mejorar las oportunidades de los pueblos indígenas de participar y beneficiarse del proceso de desarrollo de maneras que no se amenacen sus identidades culturales únicas”[5] se le da autonomía al prestatario de evaluar la naturaleza y el grado de los impactos económicos, sociales, culturales directos e indirectos generados a los pueblos indígenas, adicional a que no se menciona el Convenio 169 de la OIT.
Asimismo, en el marco de la etapa de evaluación de los proyectos, el Banco establece el necesario análisis de riesgo del proyecto en concreto, ejercicio que en el marco de la nueva Política se limitará solamente a realizarse en la etapa de ejecución del proyecto y no desde su evaluación.
Foto: Ambiente y Sociedad
De esta forma se menciona brevemente la eliminación y reducción de temas procedimentales y conceptuales, fundamentales para garantizar una efectiva protección a los derechos humanos, adicional a lo cual los procesos de consulta de acuerdo con diferentes organizaciones de la sociedad civil[6] han estado limitados tanto en la convocatoria como en el ejercicio de comentarios específicos en torno al contenido del documento, es un proceso que se ha convertido más es un mero formalismo que en un verdadero ejercicio propositivo.
Podemos concluir que la promoción y garantía de los derechos humanos se encuentra en un momento difícil, pero también definitivo, más aun cuando actores fundamentales para su garantía como lo son aquellas instituciones que se encargan de financiar megaproyectos de desarrollo y que transforman no solo el ordenamiento territorial de nuestros países sino también la vida de diferentes comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, no reconocen en sus políticas sociales y ambientales la importancia de generar mecanismos para garantizar un verdadero desarrollo sostenible; es necesario que instituciones como el Banco Mundial promuevan estándares fortalecidos más aún cuando constituyen un modelo para otras instituciones a nivel internacional adicional al rol en materia de financiamiento protagonista que tiene en esta región.
[1] http://www.bancomundial.org/es/about
[2] http://www.bancomundial.org/es/country/argentina/projects#2
[3] http://www.bancomundial.org/es/country/venezuela/projects
[4] Informe Anual Banco Mundial 2014. file:///C:/Users/Usuario/Desktop/fisc.pdf
[5] Segundo Borrador para consulta 1 julio 2015. https://consultations.worldbank.org/Data/hub/files/consultation-template/review-and-update-world-bank-safeguard-policies/es/materials/second_draft_proposed_environmental_and_social_ss7_esp.pdf
[6] http://fundar.org.mx/posicionamiento-de-organizaciones-de-la-sociedad-civil-de-america-latina-y-el-caribe-sobre-el-segundo-borrador-del-nuevo-marco-ambiental-y-social-del-banco-mundial/#_ftn2