Declaración global sobre el vigésimo aniversario de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Defensores de los Derechos Humanos

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El 9 de diciembre de 2018 se cumplen 20 años del día en que los líderes mundiales adoptaron la Declaración sobre las Personas Defensoras de los Derechos Humanos. Esta fue una gran victoria para el movimiento de derechos humanos, ya que la comunidad internacional finalmente dio el debido reconocimiento a aquellas personas valientes que dedican sus vidas a luchar por nuestros derechos. La Declaración es un texto inspirador que defiende los derechos de todas las personas defensoras de los derechos humanos a promover, proteger y defender los derechos humanos, desde las esferas individuales hasta las esferas mundiales. La Declaración afirma que los estados tienen la responsabilidad y el deber de proteger a las personas defensoras contra la violencia, las amenazas, las represalias y las acciones arbitrarias derivadas del ejercicio de sus derechos fundamentales. La Declaración señala que cuando se violan estos derechos, las víctimas tienen derecho a presentar quejas o demandas. Estas quejas deben ser revisadas con prontitud por autoridades judiciales independientes, imparciales y competentes, y se debe además realizar una reparación a las víctimas.

Desafortunadamente, veinte años después de su adopción, nuestra evaluación muestra enormes brechas en la implementación de la Declaración. Pruebas de esto son los ataques persistentes contra las personas defensoras de los derechos humanos y sus organizaciones, los que continúan sucediendo sin cesar, 20 años después de la adopción de la Declaración. En todos los tipos de sistemas políticos, democráticos y de otro tipo, y en todo el mundo, los entornos en los que trabajan las personas defensoras de los derechos humanos son cada vez más controvertidos y volátiles. Muy pocos estados han promulgado leyes sobre las personas defensoras de los derechos humanos o han desarrollado políticas que buscan reconocerlas y protegerlas. Algunos de los que tienen este tipo de política son; Burkina Faso, Brasil, Costa de Marfil, Colombia, México y Malí. Pero incluso en algunos de estos estados, las personas defensoras de los derechos humanos están en riesgo.

Las organizaciones de la sociedad civil abajo firmantes expresamos nuestra preocupación más profunda sobre los desafíos que enfrentan las personas defensoras de los derechos humanos. Nuestro monitoreo de la situación que quienes están a la vanguardia de la defensa, promoción y protección de los derechos humanos son objeto principal de los ataques perpetrados por actores estatales y no estatales. El CIVICUS Monitor, una herramienta que se utiliza para analizar el estado del espacio cívico en países de todo el mundo, revela que la detención arbitraria e ilegal de personas defensoras de derechos humanos es la táctica número uno de represión utilizada por los estados. Entre junio de 2016 y marzo de 2017, el Monitor publicó 160 informes relacionados con la detención de enfrentan las personas defensoras de los derechos humanos. La mayoría de estas personas están detenidas bajo una legislación restrictiva y son procesadas ​​bajo cargos falsos que van desde “terrorismo”, “secesión”, “narcotráfico”, “traición”, a “intentar desestabilizar la seguridad estatal y nacional”. Estos cargos a menudo conllevan penas severas que incluyen la pena de muerte y la cadena perpetua y, en algunos casos, los procesos judiciales tienen fallas y las personas defensoras de los derechos humanos son juzgadas en tribunales militares.

Las estadísticas relacionadas con personas defensoras de los derechos humanos que han pagado el precio más alto por defender los derechos humanos son alarmantes y deberían ser una fuente de preocupación para todos nosotros. La organización mundial de derechos humanos Frontline Defenders informó que solo en 2017 murieron 312 personas defensoras de los derechos humanos en 27 países. Aunque en casi todos los casos, los asesinatos a menudo brutales de estas personas están precedidos por amenazas que a menudo se denuncian a las autoridades, los pedidos de ayuda y protección se ignoran de forma rutinaria. Amnistía Internacional arroja luz sobre un estimado de 3.500 personas defensoras de los derechos humanos asesinadas en los últimos 20 años. En la mayoría de estos casos, los perpetradores no han sido responsabilizados y continúan atacando a otras personas, mientras disfrutan de altos niveles de impunidad.

Las personas defensoras de los derechos humanos a menudo son víctimas de agresiones físicas, vigilancia ilegal y son amenazadas por actores estatales y no estatales. Las oficinas y los hogares de algunas personas defensoras han sido atacados como forma de intimidación, y sus movimientos son monitoreados por agentes estatales. Otras personas reciben prohibiciones de viaje, especialmente cuando planean viajar al extranjero para asistir a reuniones o conferencias que se centran en los derechos humanos. Muchas personas han sido secuestradas o retenidas por miembros de las fuerzas de seguridad o personas no identificadas y algunas han sido encontrados muertas. Otras personas defensoras simplemente han desaparecido y no se ha vuelto a saber de ellas. Los altos funcionarios del gobierno someten a las personas defensoras de los derechos humanos a campañas difamatorias para desacreditarlas y denigrar el trabajo que realizan, lo que les hace vulnerables a los ataques en sus comunidades. En medio de este ataque, las personas defensoras de los derechos humanos han tenido que autocensurarse y otras han huido de sus hogares y países.

Expresamos nuestra profunda preocupación de que, en la mayoría de los países, la falta de una respuesta policial y judicial efectiva a estos asesinatos, ataques, amenazas, hostigamientos e intimidaciones sufridos por las personas defensoras de los derechos humanos genere un clima de impunidad y aliente y perpetúe estas violaciones. La inclusión del Objetivo 16 en la Agenda 2030 es un reconocimiento por parte de los estados de que el desarrollo y los derechos humanos no se pueden separar. La meta 16 insta a los estados a proteger las libertades fundamentales de acuerdo con la legislación nacional y los acuerdos internacionales. Los costos humanos asociados con estos ataques a las personas defensoras de los derechos humanos no se pueden cuantificar fácilmente, pero si los estados no toman las medidas necesarias para detener estos ataques, no se alcanzarán los objetivos clave de la Agenda 2030.

Este es nuestro llamado colectivo a los estados, representantes gubernamentales, organizaciones internacionales y actores no estatales para que reconozcan a las personas defensoras de los derechos humanos como actores importantes en los procesos de construcción de la nación, respeten sus derechos, apoyen su trabajo y los protejan en todo momento.

Recomendaciones

Para los gobiernos

Las organizaciones grupos abajo firmantes instan a los gobiernos a crear un entorno propicio que cumpla con las obligaciones y estándares regionales e internacionales de derechos humanos y en el que en el que las personas defensoras de los derechos humanos puedan trabajar libremente. Como mínimo, deben garantizarse las siguientes condiciones para las personas defensoras de los derechos humanos que trabajan en todos los sectores: la libertad de asociación, expresión y reunión; el derecho a trabajar sin interferencias estatales injustificadas; y el deber de los estados de adecuada protección. A la luz de esto, hacemos las siguientes recomendaciones.

Desarrollar e implementar una ley que reconozca las actividades de las personas defensoras de derechos humanos, les proteja e incluya disposiciones que exija rendición de cuentas hacia quienes persigan a estas personas. Se debe asegurar que existan políticas, pautas o resoluciones claras para la implementación de la ley.

Crear mecanismos de protección que respondan a las necesidades específicas de las personas defensoras de derechos humanos. Estos mecanismos deben poder monitorear e informar sobre su situación y hacer recomendaciones para derogar o enmendar leyes y políticas que sean inconsistentes con los derechos de las personas defensoras de derechos humanos o que les ponga en riesgo.

Llevar a cabo investigaciones rápidas, independientes e imparciales sobre todos los casos en que personas defensoras de derechos humanos hayan sido asesinadas, amenazadas, atacadas, secuestradas, intimidadas o acosadas, y garantizar que los culpables sean responsabilizados y se proporcione reparaciones a las víctimas.

Derogar o enmendar todas las leyes y políticas restrictivas que se utilizan injustamente para restringir las actividades de las personas defensoras de derechos humanos, de forma que estén alineadas con los estándares regionales e internacionales de derechos humanos y sean de utilidad para evitar el hostigamiento hacia las personas defensoras de derechos humanos.

Mantener una relación de trabajo constructiva con los mecanismos de monitoreo de los derechos humanos, incluyendo los procedimientos especiales y los órganos garantes de tratados.

Para las empresas privadas

Instar a los gobiernos a llevar a cabo investigaciones independientes sobre casos en que personas defensoras de los derechos humanos fueron asesinadas, agredidas físicamente, intimidadas y hostigadas por defender su medio ambiente, recursos naturales y comunidades contra los efectos de las operaciones extractivas de las empresas, y garantizar que los responsables rindan cuentas.

Dejar de participar en ataques físicos y legales contra personas defensoras de los derechos humanos que defienden sus comunidades y el medio ambiente contra las incursiones de los intereses comerciales.

Asegurar que las normas y estándares de derechos humanos guíen la implementación de emprendimientos empresariales, especialmente cuando éstos afectan el medio ambiente, los recursos naturales y las tierras de las comunidades.

Trabajar con los gobiernos para garantizar que se realicen consultas adecuadas con las comunidades y las personas defensoras de los derechos humanos antes de participar en operaciones de extracción que conduzcan al desplazamiento de las comunidades y al impacto en sus fuentes de sustento.

Para las instituciones multilaterales

Priorizar la participación de la sociedad civil en los procesos de toma de decisiones y abrir espacios para la participación de las personas defensoras de los derechos humanos en sus actividades.

Trabajar con la sociedad civil para impulsar un multilateralismo centrado en las personas, que refuerce la preeminencia de las normas y derechos humanos internacionalmente acordados.

Hablar con valentía cuando las personas defensoras de los derechos humanos sean amenazadas, atacadas o intimidados, y condenar tales acciones.