Análisis Universidad de la Sabana vía El Tiempo
Solo por recordar algunos datos. Aumentaron los atentados a la infraestructura petrolera dejando graves daños a los ecosistemas y el Congreso de la República aprobó el Plan Nacional de Desarrollo, generando serias dudas sobre la forma cómo se administrarán los recursos naturales y los ecosistemas por los próximos cuatro años.
La Encíclica, tan de moda y coyuntural por estos días, realiza un examen detallado de la problemática socioambiental actual, pone a discusión ideas que impactan la administración pública y privada, como también la vida de los ciudadanos. Pero solo dos ideas llaman fuertemente la atención. La primera, el análisis riguroso de la relación existente entre el desequilibrio de los ecosistemas y la pobreza. Para el Santo Padre es indiscutible que los índices de contaminación ambiental y los de pobreza mundial son proporcionales. Desde múltiples perspectivas, presenta de manera clara y precisa cómo los impactos ambientales afectan negativamente las comunidades, especialmente a aquellas que no tienen sus necesidades básicas satisfechas y que para su sustento diario dependen de la agricultura, la pesca, la explotación forestal e incluso la explotación mineral.
Existe suficiente evidencia científica que demuestra que las comunidades con bajos recursos económicos viven en entornos naturales gravemente afectados. Francisco también menciona que esta degradación ecosistémica y social termina siendo un círculo vicioso, pues, las comunidades en su afán por satisfacer sus necesidades básicas, explotan de manera indiscriminada su entorno natural lo que genera un daño mayor.
La segunda idea se relaciona con la responsabilidad que tiene el ser humano frente a las situaciones socioambientales que existen alrededor del mundo. Resalta el carácter moral del individuo, es decir su capacidad para determinar el impacto y las consecuencias de sus acciones; lo que le otorga una responsabilidad política, económica, cultural y biológica en la construcción de territorios sostenibles. Es importante recordar que el territorio es el resultado de la relación entre la dinámica de las comunidades y la dinámica de los ecosistemas, por ello cuando esta relación se desequilibra, el territorio se vuelve insostenible.
Francisco en este punto menciona que muchas instituciones, tanto nacionales o internacionales, ejercen sus acciones con criterios utilitaristas e individuales lo que causa que el problema ambiental se acrecenté. Fuerte indirectazo para las grandes empresas colombianas y multinacionales mineras que actualmente hay en el país.
Las situaciones que se han presentado en las últimas semanas en Colombia, pueden ser un reflejo de lo que describe la comunicación papal. Las organizaciones al margen de la ley respondiendo a criterios individuales y egoístas, buscando alterar intereses particulares, afectan de manera directa a las comunidades y los ecosistemas. El vertido de petróleo que ocurrió en Putumayo, Nariño y Norte de Santander solo deja como resultado que las comunidades pierdan el acceso a los recursos y por consiguiente las deja en condiciones de vulnerabilidad, lo que contribuye a aumentar los niveles de pobreza y la cantidad de desplazados, que a propósito, Colombia es el segundo país con más refugiados del mundo.
En los ecosistemas el impacto es nefasto, la mancha negra del crudo evita que el sistema biológico pueda cumplir con sus procesos vitales como fotosíntesis y transferencia de nutrientes, lo que irremediablemente traerá consecuencias en el corto, mediano y largo plazo para el país.
Otro evento que genera controversia es la aprobación por parte del legislativo del Plan Nacional de Desarrollo, el documento que define el desarrollo del país por los próximos cuatro años no cerró la posibilidad de ejercer minería en áreas de páramo, autoriza a las empresas a continuar con la explotación de minerales si tienen licencias aprobadas antes del 16 de junio de 2011; si bien la licencia caducará y no podrá ser prorrogada, el riesgo de ejecutar proyectos de minería en áreas de Páramo es latente por los próximos años. Se presume que, por lo menos, existen 347 títulos mineros en estas áreas.
Si bien, este vacío legal causa indignación, lo que llama la atención es que algunas compañías legalmente constituidas no ejerzan su autonomía moral y ética para reevaluar la continuidad de estos proyectos. Existe suficiente información que respalda el efecto negativo de la actividad minera en ecosistemas frágiles, información que seguramente las empresas conocen pero omiten. Las organizaciones simplemente continúan con proyectos extractivos sin que la sociedad logre manifestarse al respecto.
Se cumple a cabalidad lo que el Sumo Pontífice menciona, muchas instituciones legales o no respondiendo a los cánones de crecimiento y desarrollo económico como a intereses particulares aportan para que cada día la deuda ambiental aumente; y como no se dispone de una cultura ecológica, las comunidades responsables de cobrar este pasivo ambiental no tienen las herramientas. Su participación política es mínima y los procesos de educación ambiental que se plantean no logran transcender el mundo disciplinar para lograr la construcción de una ética ecológica.
Jefferson Galeano Martínez
Profesor de Educación Ambiental
Universidad de La Sabana