En español, el prefijo “pan” se utiliza para transmitir la idea de totalidad o conjunto a un grupo de elementos. Así, por ejemplo, se usa panamericano para referirse a todos los países del continente, así como panhispánico reúne a la totalidad de pueblos de habla hispana. Dentro de esta misma lógica debe entenderse el grupo panamazónico. Nueve países con porciones importantes de la selva tropical más importante del mundo que deben trabajar en conjunto para la protección de este territorio.

Con ese objetivo general nació en 2002 el Foro Social Panamazónico – FOSPA, como uno de los grupos regionales del Foro Social Mundial, creado un año antes en Brasil. Desde la primera edición en Belém do Pará, Brasil, se han realizado siete FOSPA con el ánimo de integrar a la sociedad civil organizada, las comunidades indígenas, los grupos étnicos y campesinos para promover temas como el acceso a la información y la defensa del territorio. El octavo Foro Social Panamazónico se realizará del 28 de abril al 1 de mayo en Tarapoto, región amazónica del Perú.

Previo a este foro, en distintas regiones del continente se están reuniendo las comunidades para preparar la información con la que llegarán a Perú. En Colombia, el Preforo Social Panamazónico se realizó del 3 al 5 de noviembre en Florencia, Caquetá. Hasta allá llegó el equipo de la Asociación Ambiente y Sociedad para compartir con las comunidades y entrar en sintonía con los debates que se están dando en la región.

“Fuimos a hacer contacto con las comunidades y escuchar las experiencias de conflictos ambientales y las estrategias que están implementando para defender sus territorios”, contó David Cruz, sociólogo e investigador de la Asociación.

El encuentro, realizado en la Universidad del Amazonas, estuvo dividido en tres grandes bloques: un área dedicada a las amenazas e impactos sobre los ecosistemas, otra franja se enfocó en las iniciativas y experiencias de cuidado, defensa y protección del territorio, por último, el encuentro cerró con una serie de visiones a futuro y horizontes a futuro para estas comunidades.

Dentro de las experiencias que escucharon, Cruz resalta el caso del sur del Caquetá, donde las comunidades se han organizado en la Comisión por la Vida del Agua (CVA) para impedir el avance del Bloque Petrolero el Nogal, de la empresa china Emerald Energy. Además, hay otros casos reconocidos como el de los indígenas ingas que se están organizando para exigir compensaciones y una planeación más adecuada de la Carretera Marginal de la Selva, que como está proyectada atravesaría por muchos resguardos indígenas.

Según Cruz, algunos de los obstáculos más frecuentes para defender los derechos de las comunidades están ligados a los pocos canales de diálogo con las autoridades del Estado y a las ventajas con la que gozan las empresas para adelantar este tipo de proyectos. Dice el investigador que en muchos casos hace falta participación de las comunidades, además, en algunas regiones de la Amazonía han llegado a imponer proyectos sin socializarlos, y cuando las comunidades rechazan una intervención (mediante diferentes formas de protesta pacífica) pueden ser desalojadas.

“Muchas de estas organizaciones no están articuladas entre sí y están muy solas”, sentencia Cruz, mientras insiste que parte de la labor de las ONG radica en trabajar de la mano con las comunidades. Desde estos espacios se hace presión para acceder a la información, por ejemplo, o diseñar estrategias jurídicas que les permitan defender sus derechos ante los tribunales correspondientes.

En parte, ese era el objetivo del preforo realizado en Florencia. Luego de compartir información sobre cómo ejercen resistencia en cada uno de sus casos, los asistentes están en el proceso de consolidar las propuestas que se formularán en Perú en 2017.

Cesar Rojas- Redacción Ambiente y Sociedad