Detectan alertas sobre reconstrucción de Mocoa en la misma zona

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Fuente: Agencia de noticias Universidad Nacional

Cerca del 80 % del área urbana de la capital del Putumayo estaría en zonas afectadas por procesos geomorfológicos pasados y recientes que se deben evaluar en detalle ante la posible reconstrucción de las viviendas en esta misma zona.

Así lo advierte el geólogo Germán Vargas Cuervo, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien realizó un análisis geomorfológico asociado con la dinámica de los ríos involucrados en la situación de desastre en Mocoa.

Por medio del análisis del terreno afectado en inmediaciones de los cauces fluviales y sus procesos dinámicos (movimientos de los ríos o eventos torrenciales sobre las laderas) sobre la zona urbana y sus alrededores, utilizando imágenes de satélite y modelos digitales de terreno, el docente da cuenta de cuatro procesos geomorfológicos activos importantes (figura 1).

El primer proceso, fluviotorrencial, el más relevante, es expresado por una morfología del terreno en forma de “abanico” asociado con el cauce del río La Taruca, que es el queda más al norte y que llega a la población desde su costado occidental; se trata de uno más, de rocas o piedras angulosas con un cuerpo de agua muy delgado, de unos 1,5 m en periodos normales.

En la historia del río, esta forma de abanico revela su carácter torrencial en el pasado y el presente, registrando depósitos de fragmentos de grandes bloques de rocas redondeadas que se entremezclan en menor proporción con lodos, arenas y restos de plantas.

Su morfología contrasta con las formas circundantes de cerros rocosos de pendientes abruptas en su parte superior que se orientan en dirección noreste. La morfología del depósito torrencial del abanico se caracteriza por desarrollar pendientes ligeramente inclinadas y de superficies rectas. En este, se ubica cerca del 60 % de la zona urbana de Mocoa, que fue el área más afectada por el evento del 1 de abril (figuras 2 y 3).

El segundo proceso, geomorfológico, se asocia con el cauce del río Sangoyaco, que desciende de oeste a este en la parte central de la zona urbana. Los depósitos torrenciales de este río se mezclaron con los eventos torrenciales del río La Taruca, que dominan sobre aquellos, que son de menor magnitud. El ancho del corredor de los flujos torrenciales asociados con este río puede alcanzar los 200 m.

El tercer proceso, torrencial, se relaciona con el río Mulatos, localizado en el costado sur del área de influencia urbana, y desciende de oeste a este del área de montaña. La zona de influencia por crecientes y avenidas torrenciales presenta un ancho de 200 m y se ensancha en su parte distal hasta unos 500 m. Esta zona cubre alrededor de un 20 % del área urbana de Mocoa.

El cuarto proceso, morfodinámico, tiene que ver con el río Mocoa, caracterizado por presentar un cauce activo de múltiples canales –hasta cuatro– que se entrecruzan, formando localmente sistemas trenzados. El ancho del cauce activo o cuerpo de agua varía entre 10 y 50 m en aguas bajas. El lecho mayor –o zona por donde el río puede divagar o ser ocupado por sus aguas en periodos de lluvias invernales fuertes– mide 422 m en su parte más ancha. Por corresponder al área más baja, este cauce puede presentar desbordes sobre su margen derecha y flujos torrenciales por su descenso desde su cuenca alta.

Zonas más seguras

Mediante el análisis geomorfológico en inmediaciones de la población, el profesor Vargas identificó un altiplano a unos 3 km al sur de la actual población, entre los ríos Rumiyaco (al norte) y Pepino (al sur) y las veredas Los Andes y Planadas. Dicha zona está limitada al este y el oeste por dos cerros alargados y de baja altitud (30-20 m), que constituyen barreras naturales de protección. Además, estos cerros no presentan procesos de inestabilidad geomorfológica (erosión y deslizamientos) y limitan una zona de morfología plana ligeramente ondulada. El área está limitada por dos cauces fluviales en sus costados norte y sur, sobre los cuales la zona potencial puede tomar gran distancia (figura 4).

En la actualidad, el casco urbano de Mocoa tiene una superficie aproximada de 2 km2, y esta zona morfológica estable cubre una superficie de unos 8 km2 con suficiente distancia a los cauces aluviales en sus costados norte y sur para darle estabilidad.

Según el profesor Vargas, si bien estas zonas deben ser evaluadas con estudios detallados sobre su estabilidad geológica, geotécnica y logística para los servicios básicos, parecen ofrecer mejores condiciones que la zona actual (figura 3).

En relación con Mocoa, el docente concluye que la teoría del uniformitarismo de Hutton –basada en la célebre frase “el presente es la clave del pasado”– se aplica muy bien a la evaluación de zonas de riesgos por procesos naturales que han dejado huella o registros en el terreno a partir de sus materiales geológicos y las formas del terreno.