Por: Cesar Rojas- Redacción Ambiente y Sociedad

Los bosques tendrán un papel protagónico en el posconflicto. Las comunidades tradicionalmente afectadas por la violencia, que en muchos casos residen cerca a importantes reservas ambientales, tienen una oportunidad para aportar a las acciones que contrarresten el cambio climático. Pero antes de que este objetivo sea un proyecto viable, hacen falta muchos cambios jurídicos, institucionales y sociales.

Hay que iniciar un diálogo de distintos sectores de la sociedad y por eso se realizó, del 8 al 10 de noviembre, el X Congreso de Derecho Forestal 2016. Margarita Flórez, directora de la Asociación Ambiente y Sociedad participó en el encuentro con la ponencia: “Una visión del territorio para la construcción de paz”.

El congreso se dividió en cuatro ejes temáticos: paz territorial; quién gobierna los bosques en el posconflicto; derecho y justicia agraria, forestal y ambiental; y la oportunidad económica de los bosques en el postconflicto. La ponencia de la directora de la Asociación se desarrolló en el marco de las visiones de la paz territorial.

Según Flórez, “las desigualdades ambientales están históricamente arraigadas a los sistemas de repartos de los derechos sobre la tierra y la renta”. Estos fenómenos están ligados a la combinación de muchas políticas concebidas desde arriba (desde el centro del país), además de contextos de conflicto que incrementaron la falta de planeación en las comunidades más aisladas. Por eso Flórez añade que en la nueva visión del territorio “se debe armonizar lo central con lo local, reconociendo sectores sociales asentados”.

El conflicto, además de los impactos violentos sobre la población, incidió en los territorios con prácticas agresivas para el medio ambiente. Se sabe que el 39% de los cultivos ilícitos en el país coinciden con focos de deforestación. Esto, añade la investigadora, marginó a los bosques y a las comunidades de una intervención eficiente y responsable.

Ahora que se proyectan nuevas formas de interacción con el territorio es necesario replantear, por un lado, las nociones tradicionales del desarrollo y el crecimiento económico, pero además habrá que revalorar el papel del sector social en este proceso.

Sobre la primera parte, Flórez sugiere que en países como Brasil ya hay un sector importante de la sociedad que prefiere el cuidado del medio ambiente antes que el crecimiento económico. Además, hace falta alinear a los sectores productivos con los proyectos en Reducción de emisiones por deforestación y degradación (REDD) que pueden otorgar incentivos por la conservación de reservas forestales. Todo esto sin mencionar todos los incentivos que se pueden otorgar a los proyectos de conservación de estos territorios.

Por otro lado, hace falta organizar el papel de la sociedad en la toma de decisiones, protección de ecosistemas y definición de políticas públicas en torno al medio ambiente. La directora de Ambiente y Sociedad afirma que hay un desgaste de los mecanismos de participación que planteó la Constitución de 1991. Hace falta actualizarlos y ajustarlos a la realidad de las comunidades.

En los próximos años se espera que podrán incrementar la cantidad de recursos destinados a la protección de reservas forestales. De ahí la necesidad de organizar la plataforma necesaria para que todo este proceso funcione de la forma más eficiente.